Pilar Cernuda
La mayor corrupción jamás conocida
La comunicación no es fácil. Las cinco primeras llamadas no cogen cobertura, por lo que hubo que tirar de guasap y esperar que José Antonio pasara por alguna zona de la sierra donde el 5G dijera de trabajar. “Ahora tengo cobertura, están las cabras pastando. Llámame”, llegaba el mensaje en torno a las doce del mediodía, cuatro horas después del que iniciaba la conversación.
José Antonio Fernández es pastor de los de toda la vida. De los que saben lucir la gorra, la camisa de cuadros y el bastón de madera, que más de una vez sacan a pasear cuando hay algún carnívoro cercano. Desde los 14 años que salió de la escuela, el abderitano trabaja en la ganadería caprina. Comenzó con su padre con unas 300 cabezas de ganado, llegó a tener 800 cuando estuvo con su tío y actualmente tiene la mitad, 400, trabajando ya en solitario. “Lo mío es cabra blanca celtibérica, yo los vendo cuando tienen siete u ocho kilos”, a la industria cárnica. Para llegar a ese peso, la alimentación es fundamental, así que a José le toca buscar buenos pastos por la provincia.
“En invierno y primavera estoy en la sierra de Adra y cuando ya quito los chotos, para finales de mayo o a primeros de junio, me vengo a pasar el verano aquí a Fiñana”, donde está hasta mediados o finales de agosto cuando las cabras se preparar para parir. Mientras tanto, alquila una finca privada a los pies de la Sierra Nevada almeriense, donde lleva a su ganado a pastar: “A estas alturas del año en Adra está todo seco y el calor no echa de allí. Aquí, que estamos en altura, el clima está fresco y los pastos están verdes”.
La trashumancia es una modalidad de pastoreo consistente en el desplazamiento estacional y de larga distancia de ganados entre diferentes zonas geográficas o climáticas a través de unas rutas migratorias establecidas. Todas las primaveras y otoños, miles de animales se trasladan en rebaños vigilados por sus pastores, en ocasiones a caballo e incluso acompañados por sus familias, y por sus perros, recorriendo siempre los mismos itinerarios, como serían las cañadas en España. Es lo que ha hecho José hace apenas un mes para llevar el ganado desde Adra hasta Fiñana. Una larga caminata por las distintas sierras de la provincia donde al abderitano le tocó dormir al raso. “En el camino no hay cortijos habilitados. Me tocó dormir en el campo, estoy ya acostumbrado”, asegura.
Y es que el año ha sido lluvioso, algo que necesitan los ganaderos después de tanta sequía. “Este año no tiene nada que ver con los anteriores, no es que el campo esté bien, bien, pero por lo menos tiene más comida y agua. Años anteriores es que no había ni agua para que los animales bebieran”, recuerda José Antonio que indica que cuando vuelva a Adra tendrá que comprar cereal puesto que allí no tendrán pastos para alimentarse en época de cría.
Mientras llega ese momento, seguirá en Fiñana, alejado de su mujer y sus dos niños chicos. “Pastor se nace, no es un oficio al que uno se apunta en una escuela y dan clases y al final de año uno aprueba y otro suspende. Con esta pasión tienes que nacer y llevarlo en las venas. Es un oficio duro”, con muchas horas de soledad: “Es lo que menos me gusta, pero es que los animales no se pueden dejar solos. Es por eso que esto no te lo enseña nadie, tienes que nacer con esta vocación”, indica mientras explica que él pasta en una zona donde en un radio de 40 ó 50 kilómetros no hay nadie más.
Ese pastoreo sostenible es muy necesario en estas épocas del año, puesto que las cabras limpian de matorral las sierras y llevan a cabo una tarea fundamental frente a los incendios, ya que realizan cortafuegos naturales. “Si hubiera más pastoreo, los incendios en las sierras estarían mucho más controlados, puesto que no hay nadie mejor limpiando que las cabras. Vale, las máquinas hacen su labor, pero las cabras llegan a sitios donde no entran las máquinas”, indica el pastor abderitano al que han llamado de distintos punto de España para que se llevara a su ganado: “En el mes de marzo me llamaron desde Burgos para que fuéramos a limpiar la sierra. Como las cabras, no hay nada para esta labor”, finaliza orgulloso.
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