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Adoratrices: usos diferentes (y VI)

Crónicas desde la ciudad

El obrador de bordado de Las Adoratrices surtió profusamente a la Semana Santa almeriense de preciadas joyas artísticas. Al menos cinco cofradías poseen (o poseían) enseres con su inconfundible sello

Antonio Sevillano / / Historiador

09 de diciembre 2012 - 01:00

USOS diferentes a los de su ideario fundacional, aunque por razones de espacio solo podré extenderme en su taller de bordado, dejando para mejor ocasión su etapa de Hospital de Sangre, Hospital Militar y Prisión, donde en agosto de 1936 estuvieron detenidos, antes de ser fusilados en el Barranco del Chisme (Vícar), los obispos de Almería y Guadíx, Ventaja Milán y Medina Olmos. En 1856, por expresa decisión de la reina Isabel II, María Micaela Desmaisiéres López de Discatillo instituyó la Congregación de Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad. Madre María Sacramento, en Religión, falleció en 1865 en Valencia durante una epidemia de cólera; siendo Beatificada por Pío XI en 1934.

En marzo de 1909 arribó a la ciudad su superiora General, "con el objetivo de fundar un asilo para arrepentidas"; en febrero de 1910 son inscritas como entidad religiosa en el Gobierno Civil y en marzo el obispo Casanova Marzol bendice su vivienda contigua a San Antón (la ermita les sirvió de iglesia). De aquí pasaron a las calles La Reina y Pedro Jover hasta que -1º de junio de 1920- el propio prelado inaugura el magnifico edificio proyectado por López Rull en el Quemadero (la capilla de una nave de estilo gótico, hoy desmantelada, sería abierta al culto un lustro después). En los distintos domicilios ejercieron la enseñanza a niñas humildes y atendieron el Asilo de Mujeres Desamparadas, labor en la que se han distinguido hasta nuestros días.

MANOS PRIMOROSAS

Los futuros historiadores de la Semana Santa local (si los hubiese), deberán tener en cuenta forzosamente a las Adoratrices al abordar el patrimonio artístico cofradiero en su epígrafe de "bordados". La más antigua noticia que poseo del tema corresponde al sastre Serrano y su trasvase (1857) a un nuevo tejido damasquinado del Pendón de Castilla. Por aquellas fechas Las Puras, dedicadas ya a tales menesteres, serían las autoras, presumiblemente, del manto negro regalado por el matrimonio Barbarín-Careaga a la Virgen de la Soledad. En la siguiente centuria destaca Dª Belén Marinas de la Rosa y en especial el rico manto celeste bordado en oro (1928) para La Amargura de la cofradía del Nazareno. Coetánea a ella, aunque más longeva, es Dª Mª del Carmen Góngora López (Rioja, 1900-Almería, 1987), directora del Sindicato Católico de la Aguja fundado (años veinte) por Acción Católica y los Jesuitas.

Por su calidad y amplia producción, Las Adoratrices merecen capítulo aparte, tanto en el ámbito civil como religioso; y de entre sus artífices señaladas la hermana Teresa Gijón. Aquí espigamos lo más sobresaliente, pero antes un par de párrafos ilustrativos con motivo de una exposición (1934) el día de la Superiora:

El estilo propio que estas religiosas poseen hace que en las labores se destaquen ideales combinaciones de efectos deliciosos. Los tonos delicados que a cada trabajo han sabido darles, descubren la técnica que en este arte del bordado tienen las religiosas.

También han contribuido mucho a la esplendidez de la exposición las jóvenes que en este colegio reciben educación, lo mismo que las niñas externas que frecuentan sus clases.

No fue la única muestra al público. En 1915 los escaparates de Almacenes El Águila exhibieron un "Pontifical" de magnífica hechura encargado por el obispo Casanova ante la difícil situación económica por la que pasaban. En diciembre de 1927 su arte puede admirarse en la Exposición Nacional de Navidad, en Madrid, en la que de la mano de Diputación concurren con dos muñecas vestidas con trajes típicos de la tierra. Por último, en marzo de 1992 la Agrupación de Cofradías organizó en el patio de Diputación una muestra patrimonial en la que, junto a trabajos de la citada Mª del Carmen Góngora y Elena Caro, de Sevilla, el obrador adoratriz estuvo representado.

Retornando al ámbito civil, en mayo de 1919 compiten en brillantez con la ¡Real Fábrica de Tapices! (bandera de Carlos IV y escudo de Almería), confeccionando una corbata para dicha enseña y ocho banderines para otras tantas compañías del Regimiento de la Corona que vino a guarnecer la Plaza. Un trienio después el Ayuntamiento requiere sus servicios para el diseño y bordado del Banderín de Combate que la ciudad regaló al submarino A-3. Estos trabajos y los siguientes que citaré surgieron del singular edificio que si Dios (y el concejal Venzal) no lo remedia pronto pasará a la historia para vergüenza de los almerienses y de su élite dirigente.

MÁS COFRADÍAS

Pero es en las asociaciones piadosas semanasanteras donde se vuelca el grueso de su obra. Lamentablemente, parte de estas delicadas joyas artesanales desaparecieron (unas destruidas y otras ¿sustraídas?) en la incivil Guerra.

En marzo de 1929, a la mínima Semana Santa capitalina (procesión oficial del Entierro y La Soledad) se incorporan dos nuevas cofradías: Niños Hebreos (en Las Puras) y El Nazareno (Las Claras), con el tradicional "encuentro" en Plaza de la Catedral. Esta última se enriquece con un estandarte (diseño de Miguel Díaz Spotorno, profesor de Dibujo del Instituto y presidente de la cofradía) rematado en tisú y plata por las monjas y una túnica morada para el titular de Belén Marinas de la Rosa. Ambas estuvieron expuestas en almacenes La Verdad. La Soledad procesionó dicho año con un "hermoso manto, obra maestra de las Adoratrices", lucido por vez primera en 1923 (el cortejo partió de San Sebastián) e igualmente admirado por la clientela de tejidos Las Filipinas, propiedad del hermano Mayor. Y en 1931, La Amargura, de Ntro. Padre Jesús Nazareno) lo hizo con un nuevo manto (entregado días antes por el taller-obrador) que sobresalía del trono copiosamente iluminado por bombillas eléctricas. En la posguerra es La Angustias, de San Pedro, quien luce manto de salida, colgaduras de las andas del Sepulcro y sobremanto, de las almerienses y de sus hermanas de Huéscar (Granada). La hermandad de la Virgen del Mar engrosó asimismo su patrimonio (1924) con los paños-faldones que cubrían la carroza de la Patrona.

Tradicionalmente, la Cofradía del Cristo del Amor y Ntra. Sra. del Primer Dolor ha mantenido estrecho vínculo con las Adoratrices. De ellas poseen bordados; allí dictó su Pregón el amigo Felipe Ortíz y en el convento guardaban sus tronos. Almacén del que sustrajeron en 1991 dos hermosos ángeles tallados y policromados por Jesús de Perceval. Pero es la Hermandad del Prendimiento la que más intensa relación sostuvo con ellas y en especial con la hermana Teresa Gijón, legendaria maestra del bordado almeriense y de la que su alumna y cofrade, Carmen Muley Sorroche, recibió las primeras enseñanzas en el difícil arte. Aunque en Semana Santa regresaremos a su casa de plaza Bendicho, les adelantado que en todos sus Titulares brillan desde antiguo objetos bordados por tan habilidosas manos: Padre Jesús en su Prendimiento, Jesús Cautivo de Medinaceli y Ntra. Sra. de la Merced; además de guiones, banderas, estandartes, banderines, Simpecado, paños de bocina, etcétera.

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