Siempre ha sido el trotamundos de los primos. Ha vivido en España, México, Francia, EE. UU. Finlandia, Ecuador, Reino Unido y Polonia y visitado 30 países de los cinco continentes. Willy Fox Díaz, vamos. Pero hace unos años cambió su vena viajera por el Decanato de una Facultad de Psicología de largo nombre.
–¿He resumido bien tu medio siglo largo de vida?
–Perfectamente, pero esa ‘Facultad de largo nombre’ es la de ‘Relaciones Laborales y Recursos Humanos de la Universidad de Granada’. Y sí, he vivido en ocho países pero los lugares en que he echado raíces han sido Almería, Cataluña (infancia y juventud), Canarias y Granada.
–Llevaste una infancia y juventud muy movidita...
–Toda mi familia es almeriense, de Pulpí por parte paterna y de la capital la materna. Por el trabajo de mi padre, la infancia y la juventud viví en media Andalucía, varios pueblos de Barcelona y dos islas Canarias. Ello suponía cambios de vivienda, colegios, compañeros y amigos. Y todo en una época que no teníamos redes sociales, por lo que muchos de estos contactos se han perdido con el tiempo. He visitado después estos mismos lugares pero todo había cambiado bastante.
–Y llegas a la Universidad.
–Empecé Psicología en el Colegio Universitario de Almería y acabé en la Universidad de Granada. Ahora el Campus es muy distinto, aunque mantiene el olor a mar que recuerdo de mi época de estudiante. En Granada finalicé la Carrera e hice el Doctorado.
–Diez años fuera de ella... y decides regresar.
–Tras licenciarme empecé a trabajar en una asociación asesoramiento a cooperativistas y creamos una consultora de recursos humanos. Fue una época bonita. De ahí pasé al SAS en un cargo de gestión. Aprendí mucho en esa época, pero notaba que necesitaba un cambio. Acababa de leer mi Tesis y vi una oferta de trabajo en una universidad mexicana. Allí me fui y pasé dos años. Pero salió una oportunidad de trabajar en la Universidad de Granada y decidí regresar.
–¿Decisión acertada?
–Sin duda. Estar en contacto con gente joven es muy gratificante y agradecido. Además, los docentes somos un referente para ellos en la transmisión de conocimientos, valores y actitudes. Una vez recibí un mensaje de un antiguo alumno dándome las gracias por lo que aprendió en las clases y por la pasión y entusiasmo con las que impartía mi materia. También disfruto mucho de la investigación de cómo mejorar nuestra vida y la de otras personas: me parece un lujo de trabajo.
–Y ahora, Decano de una Facultad casi centenaria.
–Fui elegido decano por más del 90% del profesoredo, estudiante y trabajadores de una de las Facultades de Relaciones Laborales más prestigiosas y antiguas de España (pronto cumplimos cien años). Es un orgullo para mí y una responsabilidad grande.
–Vamos a volver a nuestra Almería. Vienes bastante.
–Mi madre vive allí, así que vengo con frecuencia. Me gusta pasear por la ciudad, por los lugares que siempre he conocido sobre todo el Parque, ir a sitios de toda la vida (La Hormiguita o El Port of Spain ¡qué bien que ha abierto de nuevo!) y otros más recientes (La taberna de Maricastaña o el Marrakech y su té moruno).
–Cuando estás fuera...
–Echo de menos sobre todo la luz característica de mi tierra, la que adoran los fotógrafos y cineastas. ¡Ah, y el ajoblanco que no falte!
–Acabamos: tus ‘viajes por todo lo largo de este mundo’.
–Cada lugar tiene sus encantos, por lo que tengo muchos sitios favoritos. A veces depende más de cómo nos encontramos que del lugar que visitamos. En un viaje por las montañas del Valle Sagrado en Perú topé con unos indígenas, se acercaron, me pidieron hacerse una foto conmigo y me di cuenta de que el exótico, el extraño en ese contexto era yo.
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