Antonio Luis Gallardo: “En la escritura he encontrado reposo y desahogo, aparte de paz”
El autor presenta este viernes en la Casa de la Cultura de Salobreña su libro ‘Relatos de mis entretelas con Salobreña y Granada al fondo’
Nacido en Salobreña en 1955, estuvo hasta los 17 años en su pueblo natal hasta marcharse a Granada a estudiar. Este viernes, presenta su libro Relatos de mis entretelas con Salobreña y Granada al fondo en la Casa de la Cultura de Salobreña. La obra cuenta la vida de un niño y adolescente en Salobreña en la segunda mitad del siglo XX.
-¿Por qué se decide a escribir un libro sobre Salobreña? ¿Lo hace por amor, obligación o por devoción?
-Lo escribo porque me fuerzan mis hijas y mi mujer por mis nietos. Me pidieron que recopilara los artículos que he hecho en periódicos y redes sociales y que mis nietos sepan como vivía su abuelo en los años 60 en Salobreña. Me han insistido tanto que lo he hecho por obligación.
-Su libro se sitúa en Salobreña en los años 60. ¿Ha cambiado mucho el municipio?
-Está irreconocible ahora. Ya no hay vega, la quitaron pensando que llegarían los hoteles, que no llegaron. La última azucarera que había en Europa estaba en Salobreña y se cerró. Es un pueblo que no tiene industria.
-Aunque nació en Salobreña y vive en Granada, tiene grandes vínculos con Almería.
-Así es, mi esposa Julia Tijeras es de Olula del Río. Nos conocimos en Granada y nos casamos en 1978 en Almería en la parroquia de Santa Teresa. Estuvimos un tiempo viviendo en El Zapillo. Desde que me jubilé en 2011 pienso vivir en Roquetas de Mar, aunque ahora estoy en Granada en una silla de ruedas debido al cáncer que padezco.
-¿Vamos que es un enamorado de Almería?
-Me apasionan sus tapas, me encanta ir a Casa Joaquín y a Los Sobrinos y pedirle un plato de hueva frita. Y que decir de Casa Puga. Recuerdo las salidas con mis suegros en Almería y nos conocíamos todos los bares y las tapas que tenía cada bar.
-Usted suele publicar a menudo en prensa artículos y sobre todo cartas al director.
-Soy el número 1 de España escribiendo cartas. En estos momentos llevo más de 1.600 cartas publicadas tanto en el Grupo Joly como en Ideal de Granada. No me gusta jugar a las cartas como jubilado, ni a la petanca ni al dominó. Todos los días escribo cartas al director. Llevo justo ocho años escribiendo cartas.
-¿Cómo le surge esta pasión por las cartas al director?
-Un día estaba en San Juan de los Terreros y leo un artículo en Ideal de Granada titulado Saldobreña, que publicó un escritor famoso donde se hablaba de que se vendían todos los terrenos de la caña de azúcar de Salobreña a los constructores. Me di cuenta que aquel señor no conocía para nada Salobreña. Le hice una réplica y escribí una carta que se titulaba ‘Salobreña con ñ de coño’. Desde ahí no he parado de escribir cartas.
-En Diario de Almería es raro el día que no aparece una carta escrita por usted.
-Así es. Tengo que agradecer a su director Antonio Lao que me haya dado ese pequeño espacio a diario. La idea de enviar las cartas a Diario de Almería surgió tras comprarnos un apartamento en Roquetas de Mar. Yo iba a comprar el periódico al quiosco y entonces inicié el envío de cartas, ya estando en el municipio roquetero.
-Pero la sensación es que tiene usted una obligación a diario con un periódico.
-Me encanta levantarme de madrugada y escribir una carta. Para mí no es una obligación y tengo claro que las cartas se leen mucho, aunque antes se leían mas. Yo no soy escritor, soy delegado de laboratorio farmacéutico pero me anima el hecho de que se lean mis cartas. Yo lo mismo critico a unos que critico a otros. Ahora bien, me piden que las cartas sean más cortas, pero no es tarea fácil.
-Creo que su época de estudiante de bachiller en Motril es inolvidable.
-Estudié en el Colegio de San Agustín. Nos recogían en una furgoneta que nos llevaba al centro educativo en Motril, concretamente Los Agustinos, e incluso en una ocasión viajé en esa furgoneta con la reina Fabiola que veraneó durante años en Motril.
-¿Qué le marca su infancia en esa Salobreña de la época?
-En mi casa de Salobreña había un solo dormitorio con una cuna. Con dos años tenías que irte de la casa, y me fuí a vivir con mi abuela materna. Lo que me marcó es mi abuela Laura, y cuando la recuerdo me pongo a llorar. Desde los dos años hasta los doce, viví en la casa de mi abuela Laura. Me hacía unas migas que todavía las recuerdo.
-¿Cómo recuerda su vida de estudiante en Granada?
-En 1973 me marcho a Granada a estudiar Medicina y también me ganaba la vida de ‘mandaero’ en MercaGranada y los fines de semana repartía tartas en la confitería Llorca. En 1975 fallece mi padre y tengo que volverme a Salobreña para ayudar a mi madre a hacerme cargo de las cuadras de vacas y caballos y las cañas de azúcar. Otro momento difícil en mi vida fue que cuando en 1976 fallece mi madre con 46 años. Fue muy duro.
-Cuando echa la vista atrás qué balance hace de su vida.
-Es positivo. Tengo una mujer que es maravillosa y que es una enfermera maravillosa. Yo no tengo un catarro, yo tengo un cáncer. Mi mujer Julia es de Olula del Río, tengo a mi hija Laura y mi hija Marga que vive en Estados Unidos y tengo cinco nietos. Soy el hombre más feliz del mundo. Pero cuando echo la vista atrás siento mucho dolor. En 1975 muere mi padre, en 1976 muere mi madre y en 2007 me operan de cáncer de vejiga en el Día de San Antonio y también fallece una hermana mía.
-Tras una vida dedicada a la industria farmacéutica qué ha encontrado en estos años en la escritura.
-En la escritura he encontrado reposo y desahogo aparte de mucha paz. También escribir me da enormes alegrías.
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