Camilo José Cela y el sol cegador

Crónicas desde la ciudad

Siendo un bebé, el escritor galaico nacido en mayo de 1916 en la coruñesa Iria-Flavia residió en nuestra ciudad durante dos años, tiempo en el que su padre ejerció de perito aduanero en el Puerto

Camilo José Cela y el sol cegador
Antonio Sevillano / / Historiador

12 de junio 2011 - 01:00

O de cuando siendo muy pequeño el Premio Nóbel de Literatura residió en Almería. Conforme adelantó Cajamar, una vez concluida la rehabilitación de Las Mariposas el edificio BIC de Puerta Purchena ha sido puesto a disposición de la sociedad almeriense, además de dar cobertura a sus necesidades institucionales. La inauguración oficiosa del moderno Centro Cultural -en la planta sótano excavada- tuvo lugar el lunes con un programa radiofónico de ámbito nacional, del que Francisco Giménez Alemán (Almería, 1943) es contertulio habitual. Volverá a tener protagonismo, indirecto, con la presentación del libro "Memoria de un edificio singular", encargado por la propia entidad con motivo de su apertura y coincidente con el centenario (fecha arriba, fecha abajo) del proyecto de Trinidad Cuartara a expensas de los hermanos Bernardo y Ana Campos. En el capítulo dedicado a la Puerta de Purchena como centro urbano neurálgico, se incluye a la mayoría de comercios y despachos profesionales que aquí abrieron sus puertas; entre ellos el laboratorio de Análisis Clínicos de su padre, D. Paco Giménez Fernández (reproducimos asimismo la portada de "Aquella Almería", memorias publicadas por José Mª Artero en Editorial Cajal).

Francisco hijo fue -vía José Antº López Alemán- quien me puso sobre la pista de Camilo José Cela (1916-2002) en nuestra ciudad durante la segunda década del pasado siglo. Aunque recordaba haber leído algo en un artículo de Jesús de Perceval, ignoraba todo sobre su estancia.

DESPACHO DE ABC

Giménez Alemán estudió Periodismo en Madrid. Entró en prácticas en ABC y ahí permaneció hasta 2001 en que pasó a dirigir Telemadrid. Sucesivamente fue director de la edición sevillana del diario monárquico de 1981 a 1996 y de la madrileña a partir de junio de 1997. En su despacho de la Avda. de América -o de Torcuato Luca de Tena, en honor del fundador- conoció a Cela cuando ya era universalmente leído, galardonado… y contestado por su talante soberbio: Premio Nóbel de Literatura y los nacionales Príncipe de Asturias y Cervantes. Sus alforjas de Letras -novela, relatos, ensayos- estaban generosamente colmadas con títulos de éxito ante la crítica, público y ventas: La familia de Pascual Duarte, La Colmena, San Camilo, Mazurca para dos muertos, La cruz de San Andrés, Viaje a La Alcarria, Diccionario Secreto, etcétera, etcétera.

Un inciso y enseguida regreso al encuentro con el paisano. CJC envidiaba de Pío Baroja el que fuese quien mejor titulaba de España, aunque él no le iba a la zaga. Veamos dos ejemplos fruto de su retranca galaica: "La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona" (semántica y conceptualmente distinto, valga la precisión, a nuestro particular y no menos glorioso cipote o cipote de La Vela, más castizo y menos rijoso); o bien sus iniciales apuntes biográficos: "La Cucaña. Tranco primero: infancia dorada, pubertad siniestra, primera juventud. La Rosa".

Conocedor del impresionante currículo del personaje, Giménez Alemán lo recibió, si me permiten la licencia, acojonado. Qué quiere este hombre de mí?, se dijo. Pues algo tan sencillo y proteico como -ante un nuevo director- confirmar las colaboraciones semanales en el diario y, pesetero él, asegurarse las habichuelas del cocido cotidiano. Estoy autorizado a desvelar lo abonado mensualmente por ABC: ¡Un millón de las antiguas pesetas de los años noventa!, cantidad sólo percibida por otra vaca sagrada, esta del chiste gráfico: Antonio Mingote. A la entrevista acudió en un coche con "choferesa". No era el Rolls Royce blanco y chófer negro al volante con el que se paseaba Brigitte Bardot por la Almería tierra de cine; pero sí una señora de muy buen ver, algo mayor, aunque acorde con los gustos estéticos y eróticos de D. Camilo. Pese a que los artículos no resultaban excesivamente periodísticos, es obvio aclarar que una firma de tal prestigio siguió ingresando en el Banco aquel millón con la satisfacción de ambas partes.

Entre ellos se entabló una cordial relación profesional y personal; siendo varias las ocasiones en que acudió invitado a su casa a comer y charlar en distendidas sobremesas. En una de estas surgió la anécdota de su fugaz residencia en Almería, cuando al padre, funcionario, lo destinaron a la Aduana de la calle Martínez Campos. Recordaba -lo más probable es que lo escuchase de sus mayores pasado el tiempo-, que el traslado en tren desde Madrid resultó horroroso por su lentitud y calor sofocante. Y algo a subrayar, retenido en la memoria: el sol, el "cegador sol de Almería". Como prueba de amistad, CJC le regaló al regreso de un viaje a Filipinas un ejemplar de "La familia de Pascual Duarte", edición rarísima al alcance sólo de bibliófilos escrita en ¡Tagalo! Al leer la dedicatoria autógrafa del Nóbel, Giménez quedó estupefacto: "A mi director y maestro", ¡ahí queda eso! Marina, la viuda, se lo solicitó insistentemente para incorporarlo, en calidad de préstamo, a su Museo. La repuesta no se dilató: No

La Cucaña

Si me descuido un poco nazco en Almería (…) Si llego a nacer en Almería a estas horas, a lo mejor, era pintor indaliano, como Jesús de Perceval, y hablaba con pasión de las culturas ibéricas… Lo adelantaba en el susodicho dietario La Cucaña, y se extendía:

"Mi primer recuerdo -un tanto confuso- data de Almería, donde me llevaron, y es lástima que no se refiera a mi madre… sino a unas vacas que había al lado de casa, a mi ama, la andaluza Carmen, que era medio gitana, y al clavel rojo que llevaba en el moño contra viento y marea. Tan entusiasmada estaba mi ama Carmen con su clavel rojo, que no se lo quitó a pesar de que mi madre le ofreció subirle un duro la paga mensual (a qué tanto empeño, digo yo, en que se desprendiera del adorno floral). Mis recuerdo almerienses no son visuales sino auditivos-olfativo-táctil-adivinado-visuales, todo junto".

ADUANA

"En el trasatlántico "Príncipe de Asturias" regresó ayer de Vigo, el oficial primero de exportaciones de esta Aduana, don Camilo Cela, acompañado de su bella señora". Corría el 11 de abril de 1915, en plena Guerra Europea, y éste (de quien su hijo hablaba con adoración y temor reverencial) se reintegraba a su puesto de trabajo. Su "bella señora", de ascendencia británica e italiana (de ahí la mezcolanza de sangres que corrían por las arterias del gallego), se llamaba de soltera Camila (¡otra Camila!) Enmanuela Trulok y Bertorini (le acompañaba su hermana Margarita) y se habían casado el día de San José en Villagarcía de Arosa, su anterior destino. Se establecieron en Valero Rivera, 2, en cuya planta principal abrió -hasta el curso de 1917- una Academia preparatoria para el ingreso en el Cuerpo de Aduanas.

El joven funcionario pericial y esposa se integraron rápidamente en la burguesía dominante. Excelente sportman, destacó -junto a su cuñada Margarita- en las pistas tenísticas de los Jardines de Medina, de cuyo selecto Tennis Club ocuparía la presidencia al discurrir la Feria del siguiente año a su llegada y donde promovió elitistas fiestas de sociedad.

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