Un patrimonio perdido

Iglesia y Plaza de San pedro

  • ALMERIA 1936-1939. La iglesia se incendió el 22 de julio de 1936, quedando en pie los muros con la gran fachada neoclásica, mientras que interiormente quedó en grave estado

Iglesia y Plaza de San pedro

Iglesia y Plaza de San pedro / D.A.

La iglesia se levanta en la plaza de San Pedro. Fue en su origen el convento de San Francisco, del siglo XVI, y quedó derribado en el terremoto de 1790, construyéndose un nuevo convento en 1800. En 1835, convento e iglesia fueron desamortizados, pasando el templo a ser sede de la parroquia de San Pedro, y el convento a poder del Gobierno que lo dividió en viviendas y vendió a las más afamadas familias burguesas. De esta desamortización que afectó especialmente a lo que fueron los terrenos del antiguo Convento de San Francisco, solo ha permanecido en pie la actual Iglesia de San Pedro de 1800 y ejemplo de arquitectura neoclásica en nuestra ciudad. Fue el terrateniente D. Ramón Orozco Gerez (1886-1881), el que adquirió las extensas huertas y jardines del Convento. Los terrenos delante de la iglesia sirvieron para construir la antigua Glorieta.

En 1848 se urbanizó y construyó la Glorieta, que desde entonces alternó numerosos nombres como Plaza de San Francisco, Plaza de San Pedro o Glorieta de Sartorius. La Plaza se convirtió en el nuevo centro urbano, los cafés de alrededor de la Glorieta era el lugar de encuentro de la alta burguesía y la Glorieta el espacio de baile. Hay que recordar que en una de esas casas del XIX, ya desaparecida nació nuestro insigne arquitecto Guillermo Langle Rubio.

Tras la desamortización del Convento, se trazaron nuevas calles, como la de San Francisco de Asís o la calle Castelar que va desde el Paseo de Almería hasta llegar a la Plaza de San Pedro.

La iglesia, posee dos portadas, destacando la principal a los pies, concebida a modo de pórtico, sobresaliendo del muro que está encuadrado en dos torres gemelas.

Tras el incendio de la iglesia, quedaron destruidas todas sus instalaciones interiores

La iglesia se incendió el 22 de julio de 1936, quedando en pie los muros con la gran fachada neoclásica, mientras que interiormente quedó en grave estado.

En el camarín de la capilla mayor se hallaba la imagen de San Pedro, que según fray Gabriel Olivares podría haber sido obra de Salcillo. Otras atribuciones citan a Cornejo como autor de la obra, que la ejecutaría en el siglo XVIII. La imagen desapareció en 1936. Posteriormente, el escultor Prados López esculpió una nueva imagen inspirada en la primitiva: San Pedro con un libro abierto en sus manos y sus llaves doradas, con sus barbas cuadradas, viste un airoso ropaje humilde, con el pie en avance y pies desnudos.

Lo más vistoso y atrayente de la iglesia es el fresco que se encuentra en la parte superior del ábside. Fue ejecutado por uno de los religiosos del convento de San Francisco y más tarde fue restaurado por el artista almeriense Francisco Fernández. El fresco representa la Defensa de la Inmaculada por España y la Orden Franciscana. A consecuencia del incendio a la iglesia, toda la pintura quedó mutilada por el fuego y los humos.

San Pedro, tenía tres imágenes que hay que destacar: la Virgen de los Dolores, la imagen de San Juan Evangelista y el sepulcro de Ntro. Señor con la figura del Cristo Yacente, imágenes que salían en procesión en la tarde del Viernes Santo, en la Procesión del “Santo Entierro”.

19 IGLESIA DE SAN PEDRO 19 IGLESIA DE SAN PEDRO

19 IGLESIA DE SAN PEDRO

La escultura del Cristo Yacente, inspiraba mucha devoción por su rostro y talla de mística imaginería. Reposaba esta imagen sobre un artístico trono que estrenó en 1926, realizado en los talleres de Navas Parejo en Granada. La obra constaba de dos cuerpos, formados por andas de estilo renacentista y un trono que soportaba el sepulcro de Cristo. Sus lados laterales eran de calada labor, de finura en el labrado en madera y en la traza del dibujo. Los dos cuerpos eran dorados, con combinaciones de bruñidos mate y estofados, y cubrían los bajos cuatro paños bordados en seda y oro. Sobre las andas del trono, iba el sepulcro de delicada traza y fina labor.

La urna del Santo Sepulcro, trono y la imagen del Cristo Yacente se destruyeron en la Guerra Civil. La imagen de San Juan Evangelista, que también figuraba en la procesión del Santo Sepulcro, igualmente se destruyó en la guerra, citándola Martínez de Castro como obra atribuida a Martínez Montañés.

La imagen que sobresalía en la procesión era la imagen de la Virgen de los Dolores, que destacaba en su suntuoso y artístico trono de caoba y plata que estrenó en 1931. La Virgen, por lo que se puede apreciar de fotos antiguas, era de rostro bello y triste, de mirada fija y lánguida, cejas levemente curvadas, manos unidas y sobre su cabeza portaba una suntuosa y artística corona. La imagen y el trono quedaron destruidos, salvándose sólo una parte de los apliques de plata del trono.

IGLESIA DE SAN PEDRO IGLESIA DE SAN PEDRO

IGLESIA DE SAN PEDRO / D.A.

Tras el incendio de la iglesia, quedaron destruidas todas sus instalaciones interiores y parte de la fábrica quedó calcinada. Asimismo, toda la carpintería de puertas, cancelas y ventanales, y lo que no ardió fue saqueado.

Durante la Guerra Civil se construyó un refugio bajo la iglesia, acrecentando con ello los destrozos del edificio. Casi todo el pavimento de la iglesia de mármol blanco desapareció, al igual que otras solerías de baldosín. Cayeron tabiques y cítaras de ladrillo en camarines, sagrario, sacristía etc. Los revocos quedaron en gran parte calcinados y algunos de los huecos sufrieron deterioros al ser arrancadas sus piezas de carpintería y al ser alterados con motivo de la construcción del refugio.

Afortunadamente preside la actual Plaza de San Pedro, la iglesia del mismo nombre, pero si sufrió daños el templo en la Guerra Civil Española, también los sufrió en los años 80 del pasado siglo XX la encantadora glorieta para construir una Plaza moderna muy destartalada rodeada de mamotretos de bloques, que no tienen nada que ver con las viviendas construidas en el siglo XIX tras la desamortización.

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