Personas capacitadas, un valor al alza de las empresas almerienses
Empleo y discapacidad en Almería
Los contratos alcanzan su cifra más alta en 2022 con 1.849, casi el doble de los que había hace diez años. Pese a la evolución favorable, la tasa de actividad está por debajo del 30%

La discapacidad es hoy más visible y aceptada que nunca antes en el imaginario social, se avanza hacia un nuevo escenario de integración y corresponsabilidad con mejoras prácticamente en todas las facetas de la vida, si bien existen todavía demasiados obstáculos y frenos en el terreno laboral. El empleo se ha convertido en una de las grandes reivindicaciones de las personas con discapacidad, elemento clave para lograr la plena inclusión, una cuestión imprescindible para que logren independencia económica y otros beneficios en las relaciones sociales, el reconocimiento y el refuerzo de la autoestima. Según los últimos estudios, ni un tercio de las empresas de más de cincuenta empleados han podido incorporar al 2% de trabajadores con discapacidad exigidos por ley en España, un incomprensible déficit en la contratación que estaría asociado al desconocimiento y ausencia de experiencias previas que dan lugar a miedos, reticencias y prejuicios.
A pesar del impacto negativo de la pandemia que destruyó un 30% de los contratos a personas con discapacidad en nuestro país, la evolución del mercado laboral ha sido favorable en los últimos años y en Almería cada vez son más las empresas que comprenden que no es filantropía, ni bonificaciones, sino una necesaria apuesta por la sostenibilidad, la competitividad y el talento en un entorno diverso en el que estos trabajadores aportan valores y competencias como, por ejemplo, el esfuerzo, el sacrificio, la motivación y una privilegiada capacidad de superación. En la provincia eran 1.062 contratos al cierre de 2012, en torno a 1.400 en 2018 y en el último ejercicio llegó a 1.849 trabajadores, la cifra más alta de la historia. Eso sí, el 70% de los contratados se concentra en los centros especiales de empleo (CEE) que en el último año contabilizaron un total de 1.309 trabajadores.
Son un recurso indispensable para la inclusión laboral, pero deben ser un medio, no la meta final. De ahí que uno de los grandes retos sea la penetración de las personas con discapacidad en cualquier nicho del mercado ordinario, salir de ese ámbito protegido que los limita a ocupaciones de mantenimiento y limpieza, jardinería y conserjería. Entidades como la FAAM están ampliando cada vez más el catálogo de los CEE para abarcar también con cierto grado de especialización servicios sociosanitarios, dependencia y cuidados sin olvidar la restauración. En el último año en Andalucía las contrataciones crecieron un 11% con 22.710 afiliados frente a los 11.411 que se registraron en 2012. Uno de los programas que hace posible esa incorporación es el de Experiencias Profesionales para el Empleo (EPES) que subvenciona la Junta de Andalucía consistente en en prácticas remuneradas en empresas de diferentes sectores productivos con un seguimiento pormenorizado y la ayuda de un tutor por parte de organizaciones como la FAAM que cuenta con 80 plazas para dos años y acuerdos con casi medio centenar de firmas de toda la provincia.
Personas como Laila, una joven mujer árabe de 21 años, o David, de 26 años, han tenido la oportunidad de encontrar trabajo gracias a este tipo de iniciativas y demostrar a diario su capacitación día en firmas como Leroy Merlín y Carrefour superando las barreras que otros continúan asociando a su discapacidad intelectual. Noelia Muñoz es el nexo entre empleados y empresas. Técnica de acompañamiento y empleo de la FAAM, destaca el trabajo que se hace en la resolución de conflictos y las competencias profesionales. “Necesitan subirse la autoestima, motivación, tienes que creer en ellos y demostrárselo. A veces no encajan en un puesto y luego les va genial en otro, por eso nunca hay que rendirse, tener un sueldo es un gran aliciente”. A su juicio, queda mucho camino por recorrer y no se puede andar sólo a base de bonificaciones. Una de las principales carencias pasa por el sistema educativo.
La oferta académica de la formación reglada tiene muchas limitaciones, sobre todo en el ámbito de la discapacidad intelectual, como la FP básica que no acredita ni la ESO y pocas salidas laborales de determinados grados como el de comercio, por lo que insta a las administraciones públicas a dar un paso más. El papel de la familia, a su juicio, también es clave para la capacitación de las personas con discapacidad. En la FAAM trazan un itinerario personalizado y definen objetivos en base a la formación, capacidad y competencias. El siguiente paso es el apoyo en la búsqueda de un empleo. En las prácticas cuentan con un tutor permanente que les asesora en cualquier necesidad o contratiempo. “Tienen problemas para estar motivados y centrarse en el trabajo, pero siempre logran cumplir los objetivos”, argumenta.
A pesar de la evolución favorable de la estadística de contrataciones tras la pandemia, Noelia Muñoz entiende que la empresa ordinaria no quiere discapacidad salvo que tenga alguna motivación como las bonificaciones o el cumplimiento de una legislación que alcanza los cuarenta años. La primera norma sobre inclusión laboral se aprobó el 7 de abril de 1982, denominada entonces LISMI, Ley de Integración Social del Minusválido. Pese al esfuerzo de las administraciones públicas en materia de diversidad, equidad e integración, la tasa de actividad de este segmento de la población está por debajo del 30%, lo que quiere decir que más de un 70% de las personas con discapacidad en edad laboral no tienen empleo ni lo buscan. Según el informe del Observatorio Argos, en Almería en septiembre de 2022 había 3.176 demandantes y los contratos que se cerraron ese mes sólo llegaron a 333, 134 indefinidos y otros 199 temporales.
El presidente de la FAAM, Valentín Sola, explica que las personas con discapacidad se enfrentan a las mayores tasas de desempleo y tienen una dificultad añadida para su inserción laboral. La Federación que preside logró 136 inserciones en 2022 a través de seis programas específicos. El mercado laboral sigue siendo muy pequeño y está bonificado. Y la realidad es más compleja para los jóvenes que sufren condiciones precarias, marcadas por los bajos salarios (un 17% menores que los de personas sin discapacidad) y la temporalidad, lo que hace inviable la emancipación y autonomía. Y hay una marcada dependencia de los centros especiales de empleo que debe complementarse con su incorporación a la totalidad de las firmas, no sólo a las que cuentan con más de 50 trabajadores. Y la única forma de conseguirlo es a base de experiencias y contratos. Porque son personas capacitadas que lo acaban demostrando. Un valor al alza de cada vez un mayor número de empresas almerienses.
Cinthia Capel: del coma a la silla de ruedas y hoy es conserje en el Centro de Interpretación Patrimonial
La de Cinthia Capel (31 años) es una historia de superación. Un dramático accidente de tráfico la dejó en coma durante tres meses y sufre un ictus isquémico que casi la deja en silla de ruedas. De hecho, perdió la memoria casi por completo y estuvo en cama año y medio. Ha tenido que reaprender a escribir y leer y a relacionarse tras un largo trance sin salir de casa recuperándose de todas las lesiones físicas y psicológicas. Cinthia Capel era masajista antes del siniestro y no ha podido seguir desempeñando esa profesión por sus limitaciones motrices. en los próximos meses se enfrentará a la última operación con la que va a dejar atrás un calvario de años. “Cuando estaba en silla de ruedas no me podía imaginar que acabaría haciendo vida normal”, argumenta.
Y una de las claves es retomar el trabajo. Ha vuelto a aprender inglés e hizo un módulo de turismo con el que ha accedido, a través de FAAM, a un trabajo de conserje y control de acceso en el Centro de Interpretación Patrimonial (CIP) y en la biblioteca José María Artero. “Estoy muy contenta, me han ayudado mucho y ahora me veo bien, capaz de todo, con mi propia autonomía económica”. Y no ha dejado de formarse, le gustaría ser guía turística y trabajar en hoteles. Con ese tesón impagable, seguro que lo consigue.
David Manzano, un joven reponedor que se ha convertido en modelo a seguir
“David es un modelo para el resto, por su implicación y sus ganas de aprender”. Las palabras de Noelia Muñoz, que es técnica de empleo de la FAAM, son la mejor carta de presentación de David Manzano Plaza (26 años). Ha sabido exprimir y aprovechar al máximo su paso por el programa de Experiencias Profesionales para el Empleo (EPES) de la FAAM y convertirse en un referente de la integración de las personas con discapacidad. El joven David Manzano es reponedor en el supermercado Carrefour, un habitual de los pasillos y almacén del sector textil, sin duda, uno de los trabajadores más queridos por el resto de compañeros. Tiene una discapacidad intelectual de grado medio que no le impide rendir a un nivel óptimo en cualquiera de los desempeños que le asignan. Una persona que pone al servicio de la empresa todas sus competencias y habilidades y, además, según lo describen los que le conocen bien, es muy perfeccionista, cuida cada detalle.
Trabajó como técnico de apoyo a la investigación en la Universidad de Almería y fue una experiencia gratificante, tanto o más que poder finalizar un ciclo formativo de Farmacia y tener la suerte de trabajar unos días en la botica del hospital universitario de Torrecárdenas. Sin embargo, la falta de oportunidades le ha obligado a reciclarse y optar por otro nicho de mercado. David Manzano hizo prácticas de reponedor en el supermercado Día y desde mayo de 2022 trabaja en Carrefour. Tiene una jornada de cuatro horas al día de lunes a sábado y cuenta con un tutor que le proporciona formación específica y le hace seguimiento de su trabajo. “Estoy muy contento y mis compañeros también”, reconoce David.
María Jesús Rodríguez, una modista gallega que encontró trabajo a los 62 años
Natural de A Coruña, María Jesús Rodríguez es una todoterreno de 62 años que convive con una doble discapacidad. Sufre una pérdida auditiva grave y ha logrado superar un severo cáncer de mama. “Estoy viva gracias a Dios”, comenta. María Jesús destaca la importancia que ha tenido siempre poder trabajar. “Cuando estaba con la quimioterapia seguía trabajando y me ayudó a superarlo , me sentía apoyada”. Por la profesión de su marido, se tuvo que desplazar desde Las Palmas hasta Almería y a sus 62 años ha querido reincorporarse al mercado laboral. Después de décadas como modista, y de formarse como auxiliar de enfermería, durante la pandemia realizó un curso de atención sociosanitaria con la FAAM y entró en marzo de 2022 a formar parte de la plantilla de la residencia de gravemente afectados. Hizo las prácticas en un centro de día y después se incorporó a una de las instalaciones más avanzadas de la FAAM.
“Mi discapacidad no se ve mucho porque llevo los audífonos, a veces no escucho y me acerco para que me lo vuelvan a repetir, no me condiciona en mis funciones”, argumenta María Jesús Rodríguez. Nunca ha tenido problema para encontrar trabajo, pero es consciente de que las personas con discapacidad sufren una discriminación laboral cuando quieren acceder al mercado laboral. “Hay muchos empresarios que no están dispuestos a contratarnos y si lo hacen es para recibir bonificaciones. Estamos avanzando como sociedad, pero todavía queda mucho camino por recorrer”. Explica que tanto ella como otros compañeros con discapacidad de la residencia superan cualquier obstáculo: “Nos ayudamos”.
Los centros especiales aglutinan el 70% de los contratos
Los centros especiales de empleo aglutinan el 70% de los contratos a personas con discapacidad que se realizaron el pasado año en la provincia. En estas empresas de iniciativa social generaron 1.309 puestos de trabajo para personas con discapacidad de un total de 1.849 contratos en la provincia. Se han convertido en un recurso indispensable para la inclusión, si bien deberían ser un medio en las políticas de empleo y no la meta final. El CEE de Verdiblanca es el mayor de la provincia con 258 contrataciones en el último año y una plantilla de 617 personas. abrió en 2009 y ha logrado 1.119 inserciones laborales de personas con discapacidad, formando a más de 3.500 alumnos en diferentes especialidades para mejorar su empleabilidad. El centro especial de empleo de Verdiblanca recibe poco más de un millón de euros de los 4,7 que destina la Junta en la provincia al mantenimiento del empleo y contratación indefinida en los CEE, cuyas plantillas tienen un 50% o más de personas con discapacidad y están ligados a entidades y asociaciones sin ánimo de lucro. En la provincia son una quincena y junto al de Verdiblanca destaca el de la FAAM. En 2020 por cada 100 euros invertidos por la administración en este centro especial, se consiguió retornar a la sociedad con su actividad 307,5 euros.
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