Santo negro en Cuevas. Vano Marqués de la Caridad
Almería
El autor narra cómo de su primer paseo por Cuevas le llamó la atención una estatua de la que años después conoció su historia y procedencia
Moros en la costa ...y en los escudos de Almería
En mi primer paseo por Cuevas me sorprendió una estatua por la que pregunté al erudito local Pedro E. Martínez quien poco más pudo contarme aparte de lo dicho por su pedestal: que era un personaje caritativo con esta y otras localidades; me quedé con las ganas de saber a quién representaba aquella estatua de bronce que añadía empaque a un pueblo que ya lo tenía de antes y después de la prosperidad de la plata del siglo XIX, con castillo, buenas casas, gran iglesia, colegios y hospital… Años después mi amigo cuevano publicó un libro con pequeñas biografías entre ellas la de este señor al que ahora conozco por artículos de prensa e internet, que basados en actas y periódicos de la época lo presentan héroe, filántropo, sensible y generoso, señor ilustrísimo y aún excelentísimo… de una existencia poco menos que ejemplar… Una vida que arranca en 1814 en el pueblo cacereño de Cabezuela y que parecía ir destinada a Dios hasta que le fusilaron al padre en 1834 por ser partidario de don Carlos de Borbón hecho por el que cambió su bonete de seminarista por la boina roja, no se sabe si por vengar aquella muerte o por defender al primer rey carlista.
Y en ello anduvo hasta que en 1839 se abrazan en Vergara carlistas y liberales y José María Muñoz se acomoda al credo isabelino al darse cuenta de que con el carlismo no iba a llegar muy lejos y, nariz tapada, sirve las secretarías del gobierno civil de Gerona y del Tribunal de Cuentas del Reino, con otros cargos que simultanea con negocios de minas, harina, construcción, tabaco, ganado… y así transcurre la segunda guerra carlista y, gana que te gana, ya es inmensamente rico cuando comienza la tercera. Al igual que en la tierra de nuestro personaje, el valle del Jerte, se da esplendorosa la flor del cerezo, del levante de Almería para arriba, se da de maravilla la gota fría… y mala aún llamándose, como las ricas yemas, de Santa Teresa por el día de 1879 en que se le ocurrió hacerse tormentón sobre Cuevas y Huércal Overa, para descargar sobre Murcia, Orihuela y Alicante, una desgracia que pilló a todos desprevenidos… Y a nuestro don José María con el problema de no hallar dónde meter sus miles de duros; algo que solucionó rápido pues al igual que en sacar dinero, era también experto en invertirlo…
En esta ocasión en una caridad interesada que permite a nuestro personaje sosegar su mala conciencia y colocar la guinda al capitalazo que había reunido. Era la hora de aportar el don al din, los años en que Galdós preparaba Torquemada, su rico nuevo de novela; los años de nuestro cuevano don Antonio Abellán, también coleccionista de cuartos, marqués de Almanzora.
Asesores de imagen puestos a sus órdenes iniciaron una especie de campaña con el concurso de políticos y periodistas y aún del poeterío de la tierra reunido en veladas como las de Cuevas en 1879. Y hasta se llegó a la coronación de Muñoz con plata y oro en 1889, un poco ridícula, al modo de la de Napoleón pero bajo la presidencia del alcalde y el obispo de Orihuela. También se encargaron aquellos palmeros de propagar que no era Muñoz hombre de reconocimientos, cuando no había cosa que le gustara más que verse en estatuas, artículos y biografías, no pagadas por “Suscripción popular”, como se quería hacer creer, sino por el propio generoso a mayor gloria de su vanidad…
Y Dios me libre de hablar mal de la Vanidad. A la grandiosa, le debemos templos y palacios, pintura, y escultura, verdadero arte. A la vanidad de vía estrecha estatuas como la nuestra de Cuevas, inaugurada en 1888, en seco: sin la compañía de la proyectada fuente de agua potable y con nuestro Muñoz de espalda al ayuntamiento, de pie sobre un pedestal en el que se auto titula “Héroe de la Caridad”. Feo sin serlo, naif, un poco tapón y napoleoncete, le sienta como un tiro el laurel de sien a sien en la obra de un escultor de poco pelo, del que nos ha llegado su identidad, Federico de la Vega, su arte, presunto, y la ciudad, Santander, en la que fue fundida en bronce con otras tres para Murcia, Orihuela y Alicante, ciudades todas que lo habían declarado hijo adoptivo y la última hasta le sirvió de mensajero para que en 1879 hiciera la petición al Gobierno del título de Marqués de la Caridad que fue desestimada y rebajada a la Gran Cruz de Beneficencia.
Desde Alicante voló al cielo el Santo Negro en 1890 y no tardaron en alzarse voces denunciando que había habido engaño en aquella historia… y si no vean lo que sucedió con las estatuas: ni veinte años había cumplido la de la plaza alicantina de Ramiro cuando fue derribada en 1909, decían que por fea. Pero choca el que solo por eso la arrastraran por las calles para acabar en un almacén municipal del que saldría vendida a un chatarrero. La de Murcia acabó en el Malecón muy lejos de la plaza Camacho, su ubicación original. La estatua de Orihuela, de la plaza de la Constitución, sin jardín ni verja ya en 1895, acabó sustituida por una fuente que la desplazó a Monserrate, en las afueras.
Solo la estatua cuevana ha conservado su sitio… y su mote de “Santo Negro” sobre el que he oído varias razones todas basadas en el barniz oscuro, dizque protector cuando el bronce se protege con su propio óxido… Para nuestros abuelos “santo” era cualquier figura dibujada en los libros o modelada que no fueran las imágenes de los templos. Si a esto se le suma el verdor “negro” del bronce ya tenemos la razón del mote y aquí lo cuento para darle, al menos por una vez en mi vida, una clase al maestro Carlos Herrera, partidario él de la tesis del barniz…
Ya saben el dicho sobre la caridad: “Lo que des con la derecha no dejes que lo conozca la izquierda” y habrá quien piense que por eso esconde Muñoz su mano diestra en su gabán de bronce… pero a mí me da que le importaba un bledo a este hombre lo que supiera o no su mano izquierda, él estuvo siempre por crear una opinión popular que, motora de la oficial, le llevara a ser: Santo Negro en Cuevas. Vano Marqués de la Caridad.
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