Almería

El acorazado Jaime Iº

  • Armada. Al inicio de la guerra la marinería española permaneció mayoritariamente fiel a la República, destituyendo a los mandos y haciéndose con el control de la flota, en puertos o navegando

Concluido un proyecto del Instituto de Estudios Almerienses con motivo del 150º aniversario del nacimiento de Carmen de Burgos "Colombine", vuelvo a la cita dominical con los lectores del Diario en lo que resta de julio. Será en septiembre cuando retomemos la serie dedicada a calles y plazas, a la trama urbana capitalina.

En este mes se cumplen 81 años del alzamiento del grupo de generales perjuros de su compromiso con la II República: Mola, Sanjurjo, Franco, Queipo de Llano, Saliquet, Cabanellas, etc. Acto sedicioso que -acción(reacción- provocó la guerra civil que en el transcurso de un trienio devastó a España. El drama comenzó el 17 de julio del 36 en Melilla y al día siguiente en la península. En Almería, el carácter pusilánime y dubitativo del teniente coronel Juan Huerta Topete -responsable del cuartel de La Misericordia- demoró tres días la salida a la calle del Batallón de Ametralladoras, alentado por elementos de la extrema derecha local, civiles y religiosos, que posteriormente -los que no fueron encarcelados, huidos o muertos- conformaron la Quinta Columna, organización clandestina dedicada al espionaje y sabotaje en el ya incierto, precario y difícil devenir diario en la retaguardia. El intento fue sofocado en la misma jornada y la provincia permaneció en la legalidad constitucional hasta el final de la contienda. Abocetada la elemental introducción, cabe señalar que rápidamente se estabilizaron los frentes de combate terrestre al oeste y noroeste, en localidades granadinas. Alejados físicamente, la vulnerabilidad se hizo patente por mar y aire en la capital, insuficientemente artillada para repeler agresiones.

Una agresión aérea al Jaime Iº en nuestro Puerto se cobró seis víctimas y varios heridos

Dado que la bibliografía sobre tales ataques aéreos es considerable, nos ceñiremos a la actividad marítima. A favor y en contra escribieron páginas de compromiso y heroísmo, de desafección y duelo. Orillado el criminal ataque a la ciudad indefensa de la escuadra nazi alemana del 31-V-1937, del que ya dimos sobrada cuenta, el primero en liza fue el "Lepanto", al mando del capitán de fragata Valentín Fuentes. Su entrada por la bocana resultó crucial frente a los insurgentes al conminarlos a abandonar las armas y regresar al cuartel o, si se negaban, enfilarían sobre ellos sus cañones de 12 c/m. Al destructor fueron conducidos los oficiales y suboficiales del Batallón y de Carabineros rendidos, con destino a Cartagena donde le formarían consejo de guerra ("Cuando la muerte no quiere", Juan Peinado Vallejo, ex gobernador civil de Almería; Méjico, 1967). Confinados en el mercante "España nº 3", el 15 de agosto fueron fusilados y arrojados por la borda en alta mar.

La segunda visita tuvo como protagonista al "Canarias", con un doble objetivo logístico: amedrentar a la población civil y destruir los depósitos de combustible de Campsa en el Puerto. El crucero entró en servicio el mismo 1936, cuando acabaron de armarlo en los astilleros de El Ferrol, quedando bajo el dominio del bando franquista y enviado a aguas del Estrecho. La del Almería fue de sus primeras intervenciones, sin levantar sospechas ya que no enarbolaba bandera alguna. El domingo 8 de noviembre se situó a 400 metros del espigón de Poniente, en cuya proximidad anclaba un buque de guerra alemán (perteneciente al Comité de No Intervención) que nada hizo por frenar la acción pirática. Sobre las diez de la mañana sus dobles torres vomitaron diez cañonazos, logrando que el aceite pesado almacenado se extendiera sobre la superficie en medio de persistentes llamas y altas columnas de humo que permanecieron sobre el cielo capitalino varios días. Además de impactar en las canteras de Poniente, casa de botes y domicilios particulares, hubo que lamentar la muerte de dos personas: Juan Gil Muñoz (ahogado) y la joven Dolores Aráez Carmona (lesiones por metralla). En evitación de nuevos ataques, Campsa habilitó una cueva de La Chanca como almacén.

LA FLOTA REPUBLICANA

Al igual que los generales en tierra, la rancia aristocracia de la Armada se alineó a favor del golpe de Estado. Sin embargo no contaron con el patriotismo de la marinería. Amotinados en puertos o navegando, los mandos fueron neutralizados, presos o eliminados; haciéndose con la dirección de los buques la oficialidad más joven y profesionales incorporados de la Marina Mercante. Los conatos de indisciplina propios de una situación extraordinaria fueron reconducidos al orden castrense merced a Bruno Alonso, comisario general nombrado a finales de 1936 por Indalecio Prieto. El ministro de Marina y Aire depositó en este cántabro fallecido en el exilio mejicano el control político de la flota: "A ese o lo tiran al agua o los mete en cintura a todos". Sucedió lo primero. De su libro "La Flota Republicana" he obtenido valiosa información (ahí evoca su visita a Almería en marzo de 1937). Al producirse el alzamiento rebelde, la fuerza naval española no alcanzaba, señala, las 60 unidades operativas: cruceros, destructores, cañoneros, torpederos, guardacostas y unos pocos submarinos, viejos y de escasa capacidad. Solo una minoría de ellos fue controlada por el bando franquista.

Aquí está el Jaime Iº

con orgullo y valentía

a defender de los cobardes

a la ciudad de Almería…

Destinado de Santander al Mediterráneo al comenzar la guerra, el Jaime Iº sufrió una violenta explosión el 17-VI-1937, con 300 cadáveres contabilizados, cuando se encontraba en Cartagena reparando los daños sufridos por la aviación fascista en Almerìa, hundiéndose seguidamente en sus aguas. La dotación ascendía a mil hombres y era su comisario político el arquitecto y diputado socialista Gabriel Pradal Gómez (1891-1965), posteriormente comisario del Primer Regimiento Naval de la Base de Cartagena. A nuestro puerto llegó en agosto de 1936 procedente de Algeciras. A carbonear y levantar la moral ciudadana. Y a palear carbón trajeron desde el buque-prisión Astoy Mendi a los obispos de Guadíx y Almería, Medina Olmos y Ventaja Milán, para que "supieran (sic) lo que era el trabajo de los obreros", en palabra del citado Peinado Vallejo. Junto a otros sacerdotes y seglares, la noche del 30 de dicho mes los llevaron al barranco del Chisme (Vícar), donde fueron fusilados por un pelotón liderado por el cenetista Juan del Águila Aguilera, miembro del Comité Central Antifascista e igualmente ejecutado en marzo de 1941.

En marzo de 1937 el Jaime Iº regresó a la ciudad, participando activamente su marinería en la vida cotidiana (toros, fútbol, teatro, prensa) y desde donde zarpó a distintas acciones de guerra. Próximo a las 8,00 de la mañana del 21 de mayo del año en curso lo bombardearon cinco trimotores facciosos. La mayoría de los proyectiles cayeron en el mar salvo el que alcanzó a una batería antiaérea, falleciendo sus seis servidores. El multitudinario sepelio se efectuó al día siguiente desde el Hospital Militar (convento de Las Adoratrices) al cementerio municipal, donde fueron exhumados en nichos a perpetuidad concedidos por el Ayuntamiento.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios