Pilar Cernuda
La mayor corrupción jamás conocida
Las herencias ya no son la única vía para transmitir el patrimonio familiar en Almería. Cada vez más familias optan por repartir sus bienes en vida, y los datos lo confirman. Solo en el primer trimestre de 2025 se han registrado 1.968 donaciones en la provincia, lo que supera el total anual de muchos ejercicios anteriores y marca un cambio cultural evidente.
Ese número representa un crecimiento de más del 800% respecto a 2010, cuando se contabilizaron apenas 213 donaciones en todo el año. En apenas quince años, las transmisiones en vida se han multiplicado por nueve, consolidando una tendencia que ya se intuía en años como 2020 (452 casos) o 2023 (927), pero que ahora estalla con fuerza.
El importe declarado en lo que va de 2025 asciende a 474.000 euros, pero al ser una cifra parcial (enero-marzo), la proyección anual supera ya los 1,8 millones de euros. De mantenerse este ritmo, Almería cerrará el año con más de 7.000 donaciones en vida, lo que marcaría un récord absoluto en número y volumen económico.
Aunque las sucesiones por fallecimiento siguen siendo la vía principal —con 8.375 autoliquidaciones también en el primer trimestre—, la subida de las donaciones es mucho más acelerada. En 2010 se tramitaban cuatro veces más herencias que donaciones; hoy esa proporción se ha reducido a poco más del doble.
Este auge responde, en parte, a las bonificaciones fiscales aprobadas por la Junta de Andalucía en los últimos años, que incentivan las transmisiones patrimoniales entre familiares directos, como padres a hijos. Donar en vida, antes impensable por su coste, se ha convertido en una opción cada vez más habitual.
El punto de inflexión se produjo en abril de 2019, cuando el Gobierno andaluz aprobó una bonificación del 99% del impuesto de Sucesiones y Donaciones para familiares directos. Desde entonces, heredar o donar cuesta prácticamente lo mismo: apenas un 1% del valor del bien transmitido. Esa reforma abrió la puerta a que miles de ciudadanos optaran por repartir su patrimonio en vida, sin esperar al testamento ni asumir cargas fiscales elevadas.
Pero no solo se trata de impuestos. También influye una mayor conciencia generacional, donde muchos progenitores prefieren repartir su legado en vida y asegurarse de que los bienes sean útiles para sus hijos ahora, no después. Esa voluntad de “verlo en vida” explica parte del auge en zonas urbanas y rurales.
Otro factor clave es la digitalización de los trámites, que ha simplificado el proceso y permitido que muchas gestiones se hagan por internet. La posibilidad de realizar autoliquidaciones online ha eliminado barreras para quienes antes evitaban estos movimientos por pura complejidad administrativa.
Las cifras también evidencian un cambio en el tipo de patrimonio que se transmite. En años anteriores, las donaciones eran pequeñas: viviendas con valor simbólico, traspasos mínimos. Hoy, el valor medio declarado por donación supera los 2.400 euros, con picos muy superiores en algunos municipios.
Aun así, Almería sigue lejos de provincias como Málaga o Sevilla en volumen económico total. La razón está en la naturaleza del patrimonio local, con muchas fincas rústicas o inmuebles rurales que no alcanzan grandes cifras en el mercado, pero que siguen teniendo alto valor familiar o emocional.
La evolución desde la pandemia ha sido especialmente marcada. En 2020, en pleno impacto del COVID-19, se dispararon las donaciones: muchos ciudadanos quisieron “dejarlo todo atado” por si acaso. Desde entonces, la tendencia no ha retrocedido, y 2025 parece confirmar que ya no es un fenómeno puntual.
Donar en vida se está convirtiendo en una herramienta de planificación familiar. Evita conflictos posteriores, reparte en función de necesidades reales y ofrece ventajas legales claras si se ejecuta correctamente. Por eso, cada vez más familias almerienses lo integran en su estrategia patrimonial.
Lo más sorprendente no es solo la cantidad, sino la aceleración. En 2023 hubo 927 donaciones. En 2024 se superaron las 1.000. Y en solo tres meses de 2025 ya se han registrado 1.968. Si esa cifra se multiplica por cuatro, el año cerrará por encima de las 7.500, casi el doble que el anterior.
El fenómeno también tiene un trasfondo social. Muchos propietarios envejecen, pero sus herederos ya no viven cerca. Donar en vida es una forma de garantizar uso, mantenimiento y continuidad de ese patrimonio. Especialmente en zonas rurales, donde el abandono de fincas se ha convertido en un problema estructural.
En definitiva, lo que antes era la excepción hoy se convierte en tendencia: los almerienses no esperan a morir para repartir sus bienes. Prefieren dar que heredar. Y con ello, están cambiando no solo la forma de transmitir el patrimonio, sino la cultura misma del legado familiar.
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