La historia de un tatuador que convirtió las cicatrices en arte: nace Skull Ink
Cultura
El estudio Skull Ink abre sus puertas de manera oficial de la mano del artista Erik Bryan
Las imágenes de la exposición de arte de la Escuela de Artepintura de Almería
A veces, los caminos no están marcados.A veces, uno tiene que abrirse paso entre la incer- tidumbre, el miedo y las dudas. Eso es exactamente lo que vivióErik Bryan, un joven de segunda generación de inmigrantes que, con apenas un puñado de sueños, decidióconvertir su pasiónpor el tatuaje en su forma de vida.
«No sabía por dónde empezar. Solo sabía que quería tatuar», recuerda. Como muchos jó- venes artistas, se topó muy pronto con un mundo lleno de formaciones vacías, promesas que nunca se cumplían y cursos que solo buscabanaprovecharse de la ilusión de quienes están empe- zando. Pero quizás por eso, por la dureza de esos primeros años, fue aprendiendo la lección más importante: nadie te va a regalar nada, si de verdad lo quieres, tendrás que construirlo con tus propias manos. Y él lo hizo.
Dedicó horas infinitas a practicar, a estudiar, a perfeccionar cada línea, cada sombra. No había atajos.Mientras otros buscabanel camino fácil, él entendió que solo el trabajo constante y la pasión real podían abrirle las puertas. Con el tiempo, llegaron las primeras oportunidades: ta- tuar en el extranjero, recorrerdistintas ciudades, aprenderde artistas a los que durante años había admirado desde la distancia.
Dedicó horas infinitas a practicar, estudiar, a perfeccionar cada línea y cada sombra
Pero lo que realmente marcó su trayectoria no fueron los viajes ni los destinos, sino las personas que fue encontrando por el camino. Clientes, compañeros, mentores, amigos. Personas que confiaron en su trabajo cuando todavía estaba creciendo, que le dieron su primera oportuni- dad, y que, sin saberlo, formaron parte fundamental de su historia.
«Siempre he sentido la responsabilidad de honrar el esfuerzo que mis padres hicieron al venir aquí. Ellos se arriesgaron para darme un futuro mejor. Y yo entendí que emprender, arries- garme, y apostar por mi pasión era la forma de devolverles ese sacrificio», cuenta emocionado.
Hoy, ese esfuerzocobra forma en Skull Ink, su propioestudio de tatuajes. Pero más allá de un espacio físico, Skull Ink representa un concepto: un lugar donde cada diseño cuenta una his- toria, donde se respira respeto por el arte, por el aprendizaje, y por un oficio que no siempre ha tenido el reconocimiento que merece.
En un sector donde abundan los atajos y la superficialidad, Erik apuesta por lo contrario: por la formación sólida, por el crecimiento real, por enseñar a los que empiezan el verdadero valor del oficio. Porque,como dice convencido, «un tatuaje no es solo estética. Un tatuaje es una cicatriz convertida en arte. Y para convertir cicatrices en arte, hay que entender primero lo que cuestan esas cicatrices».
Erik se centra en la seriedad de su trabajo, “un tatuaje es una cicatriz convertida en arte”
Por eso, junto a su trabajo diario como tatuador, ha comenzado también a formar anuevos artistas, ofreciendo cursos con grupos reducidos, con materiales de calidad y, sobre todo, con la experiencia real de alguien que ha vivido desde dentro las luces y las sombras del camino.
Hoy Skull Ink abre sus puertas oficialmente. Y no es solo un nuevo estudio. Es el resultado de años de lucha, de trabajo, de aprendizaje, de caídas y de levantarse. Es la prueba de que los sueños, cuando se persiguen de verdad, acaban encontrando su lugar.
Porque cuando alguien ama de verdad lo que hace, el arte deja de ser un trabajo, para con- vertirse en una forma de vida.
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