El drama de la inmigración irregular ha vuelto a vivir un triste episodio esta noche con la muerte por ahogamiento de dos personas que saltaron al mar desde una patera a la altura de la costa almeriense del Cabo de Gata en la desembocadura de Rambla Morales. En su aproximación al litoral en torno a las cinco de la madrugada, según ha podido conocer este periódico de fuentes de la investigación policial, el paterista les obligó a tirarse de la embarcación e incluso les golpeó porque se negaban, tal y como queda constancia en las imágenes del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE). En la patera viajaban en torno a una veintena de inmigrantes, incluyendo familias con niños, y otro de los ocupantes resultó herido y tuvo que ser trasladado de urgencia hasta el hospital de El Toyo.

Una vez lanzados al mar iba a emprender el retorno al continente africano, pero al percatarse de la presencia de la patrullera de la Guardia Civil puso rumbo a tierra. La patrullera de la Guardia Civil de Almería con apoyo de los equipos de tierra localizó a los supervivientes e inició la persecución del paterista que embarrancó en la playa de El Perdigal y se dio a la fuga a la carrera. En este momento, se ha iniciado una investigación de los sucedido y se sigue buscando al responsable del dramático trayecto que le ha costado la vida a dos personas a escasos metros del final de la orilla. Si la Guardia Civil lograra detenerlo se enfrentará a un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros y posiblemente también a otros dos más por homicidio imprudente de los fallecidos a los que obligó a echarse al mar. El subdelegado de Gobierno en Almería, José María Martín, ha lamentado la muerte de estas dos personas en el mar y ha expresado su reprobación ante la actividad de las mafias que "mercadean con la vida de las personas que se encuentran en una situación desesperada".

Hace tan sólo unos días fueron detenidas cuatro personas por un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros al tripular una embarcación que desembarcó en la playa de los Muertos de Carboneras con una treintena de personas de nacionalidad argelina. El Juzgado de Instrucción de Vera decretó el ingreso en prisión. Durante el pasado año fueron detenidos y puestos a disposición judicial un total de 38 pateristas después de una minuciosa investigación por parte de los policías especialistas en materia de extranjería. Operaciones Babieca, Lealtad o Salpicón denominan operaciones desarrolladas en los últimos años que han conllevado la detención de más de 200 personas y la desarticulación de grupos criminales especializados en la inmigración clandestina. Según los datos del Ministerio del Interior facilitados a este periódico, el número de detenidos e investigados por el tráfico ilegal de personas en la provincia ha pasado de 39 en 2019 a 99 en 2020 y a 103 en 2021.

En cuanto a la estadística de inmigrantes que han llegado a la costa almeriense, la Subdelegación del Gobierno de Almería informó que hasta mediados de octubre se han interceptado 305 pateras con un total de 2.948 ocupantes, lo que supone un descenso considerable en la estadística en relación al año anterior cuando habían sido interceptados hasta esa fecha 5.125 personas en el tránsito marítimo desde el norte de África. Durante los meses de verano fueron trasladados hasta las dependencias el Centro de Atención Temporal a los Extranjeros (CATE) más de 1.100 personas, lo que supone una disminución del 31,6% entre el 1 de junio y el 31 de agosto. El pasado año fueron incoados y tramitados 6.265 expedientes de expulsión a personas que habían llegado a la costa almeriense de forma irregular a bordo de embarcaciones y motos de agua.

Desarticulan una organización internacional

Agentes de la Policía Nacional desarticularon en junio de este año una organización criminal responsable del tráfico de más de 800 inmigrantes y detuvieron a cuatro personas en las provincias de Cádiz, Murcia y Almería. El entramado criminal obtuvo más de 1.200.000 de euros de beneficios utilizando embarcaciones precarias, tipo patera, con las que trasladaban a migrantes para su entrada en costas españolas. La complicación para encontrar patrones para las embarcaciones, apremiaba a la red criminal a aprovechar nuevamente a los que ya habían realizado el viaje a España, por lo que intentaban que los pilotos regresaran a Marruecos de forma rápida y clandestina para dar continuidad a su actividad delictiva. A pesar de las excepciones, estas mafias han evolucionado mayoritariamente de las grandes infrapateras atiborradas de subsaharianos, embarcaciones precarias y neumáticas con viejos motores de barcos de pescadores, a rápidas y pequeñas lanchas que transportan entre cinco y diez argelinos promovidas por redes que trafican con personas a las que cobran una media de 3.500 euros por trayecto y que en algunos casos están ligadas a actividad ilícitas como el tráfico de estupefacientes.