Una original forma de disfrutar de la magia del cine debajo de las estrellas

¿Quién no se ha quedado petrificado, ha reído, llorado o se ha muerto de miedo viendo una película? Con el motivo de hacer disfrutar a la gente, de envolverla en una historia, apareció el cine, el séptimo arte.

Al principio, las películas se proyectaban en la calle o en pequeños locales, lo que dio lugar a las actuales salas de proyección. El calor del verano de Almería hizo que se crearan las famosas terrazas, en las que se podía disfrutar del cine bajo las estrellas.

Ahora esos locales han desaparecido y sólo queda uno en toda la provincia, en Aguadulce, donde todavía se puede ver una película al fresquito, mirando al cielo para no pasar miedo, mientras te comes un buen bocadillo de los que te sirven en la entrada. Las terrazas actuales, con cuatro salas, se construyeron entre 1988 y 1989, pues, hasta entonces, sólo existía un único auditorio.

Con los tiempos modernos, se han ido instalando las nuevas tecnologías para mejorar la calidad auditiva: la sala número cuatro tiene sonido digital, y las otras tres estéreo. Otra de las cosas que también han cambiado han sido las películas del cartel. Antes, durante el verano se proyectaban los grandes éxitos del invierno, mientras que ahora cada viernes se cambia la oferta con los nuevos estrenos.

Para conocer estas terrazas de verano se acercan a Aguadulce turistas de todas partes, deseosos de disfrutar de esta original forma de ver cine. Según Adrián Peña, operador de cabina, "el sábado es el día que más se llena, pues la gente viene y luego se va a tomarse una copa".

A las terrazas de Aguadulce acude gente de todas las edades, desde familias con sus niños pequeños, hasta los más mayores, todos cargados con cojines, pues lo único que no ha cambiado en el cine son los asientos, que "siguen siendo tan incómodos como siempre".

A pesar de este gran inconveniente, las ventajas son múltiples, ya que "pueden verse dos películas por cuatro euros, cuando en otros sitios es mucho más caro ver una sola". Para algunos asistentes, la cartelera podría mejorar, pues "las segundas películas son peores", pero todos coinciden en que "el cine de verano es una idea estupenda" y que les encanta.

Además, la ventaja añadida de poder comer y, sobre todo, fumar mientras se ve la película, algo que no se puede hacer en los demás cines por ser espacios cerrados, hace que muchos se conviertan en visitantes asiduos, acercándose por estos cines "al menos una vez por semana".

Si algo queda claro, es que ni la pequeña subida de precio, que ha pasado de tres a cuatro euros, ni que ya no se pueda introducir comida de la calle, sino que se tenga que comprar dentro, ha evitado que un gran número de personas siga acudiendo a las terrazas de verano para disfrutar del cine bajo el cielo de Aguadulce.