Rafa Nadal, la cabeza del tenis

Tenis l Masters Series de Cincinatti

El tenista manacorí ya está en semifinales del torneo de Cincinatti y en pocos días relevará al suizo Federer como número uno mundial, distinción que estrenará en las Olimpiadas de Pekín

El suizo Roger Federer ha cedido el cetro mundial a Rafa Nadal.
Sebastian Fest / Dpa

03 de agosto 2008 - 05:02

En esa cabeza que nunca deja de funcionar, que jamás deja de sacar cuentas, de analizar adversarios, ni de escrutar el más mínimo detalle está la clave de Rafael Nadal, el nuevo número uno del tenis mundial.

"Cicinnati, mi torneo preferido...", ironizaba hace unos meses en Dubai mientras estudiaba el calendario de la ATP para ver si tras el torneo estadounidense llegaría a tiempo para la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekín. Paradoja: es en Cincinnati, un torneo en el que hasta ahora nunca le había ido bien, donde el español se confirmó como la nueva cabeza del tenis.

Un sueño que acarició desde siempre, pero que entre finales de 2007 y comienzos de 2008 pareció en serio peligro. Primero por las sorprendentes declaraciones de su tío-entrenador, Toni Nadal, en las que abría serias dudas sobre el estado físico del jugador, afectado por una lesión crónica en el pie. Y luego por la explosión de Novak Djokovic, el "tercer hombre" tras Nadal y el suizo Roger Federer, al conquistar en enero el Abierto de Australia.

Tras pasos dubitativos por Rotterdam y Dubai, Djokovic fulminó a Nadal en marzo en las semifinales de Indian Wells. La siguiente señal de alarma llegó en mayo, cuando Juan Carlos Ferrero eliminó a Nadal en su debut en Roma, un torneo que venía de ganar en los últimos tres años.

Nadal jugó lesionado aquel partido, y diez días más tarde llegó el momento de la verdad para el español, un partido que marcó su temporada. Se enfrentaba a Djokovic en las semifinales de Hamburgo, un choque en el que se jugaba mantener el número dos del mundo. Si perdía, el nuevo desafiante de Roger se llamaría Novak.

Fue un hito. Nadal no sólo ganó ese partido, sino que lo hizo de forma brillante. Conquistó el torneo derrotando a Federer en la final y encadenó luego los títulos de Roland Garros, Queen's, Wimbledon y Toronto. Ferrero, en mayo, es el último hombre que puede decir que venció a Nadal, dueño ya de siete títulos en 2008.

Mientras Nadal crecía en su tenis y se olvidaba de cualquier problema físico, Federer perdía su aura de invencible. El suizo había comenzado la temporada en lucha con la historia, en pos del récord de títulos de Grand Slam, pero la está terminando en lucha consigo mismo, hundido en dudas y una crisis de juego.

El nuevo rey tiene 22 años, y nació en Manacor, una localidad carente de atractivos, insólita para el surgimiento de una estrella del deporte. Ubicada en el centro de la isla de Mallorca, lo mejor de Manacor está en las cercanas playas de Porto Cristo, en las que cuando puede Nadal se relaja pescando.

Allí vive el nuevo número uno, en una casa de tres pisos que concentra a buena parte de su familia. El "clan" Nadal es sólido, unido, y tiene como figuras clave a Sebastiá, el padre del jugador, Toni, su entrenador, y Miguel Angel, ex internacional con la selección española de fútbol, el deporte que verdaderamente enloquece al tenista.

Su éxito desde que explotó como jugador en 2005 no le salió gratis. Sus músculos, que resaltan más aún con la estrecha camiseta sin mangas que Nike le impuso como imagen, fueron centro de periódicas acusaciones veladas de doping.

Esta semana la revista alemana "Focus" le dedicó su foto de portada junto a un equívoco título: "La historia de la testosterona". El detalle es que Nadal no aparece mencionado una sola vez en el texto, un análisis científico de la influencia de la testosterona en la personalidad masculina. La imagen del biceps marcado de Nadal era sólo un buen truco para vender más revistas.

"Me preguntas por qué no me dopo...", dijo a dpa durante una entrevista realizada hace dos años. "Simplemente uno no se dopa porque uno ama al deporte. Yo prefiero mucho más perder que ganar haciendo trampas. Mucho más", enfatizó con gesto serio. Un gesto en consonancia con la evolución de Nadal como persona, poco que ver hoy con aquel que en marzo de 2005 se paseaba tímido y con una camisa demasiado amplia por la discoteca de Acapulco en la que se celebraba su tercer título como profesional. Aquel Nadal ya había sido clave para que España ganara en diciembre de 2004 su segunda Copa Davis, pero seguía siendo un niño.

Hoy ya no. El nuevo número uno del tenis es un hombre, aunque la playstation lo pierda. Junto a Federer se plantó decidido -a veces excesivo- contra la ATP y sus planes de reformular el circuito, y terminó forzando la renuncia a la reelección del polémico Pedro Muñoz, presidente de la Federación Española de Tenis (RFET).

Invariablemente educado, cultiva una admiración sin límites por Federer -junto al que sueña con jugar en dobles-. La conquista le costó a Nadal más trabajo que unos cuantos torneos.

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