Hospitalidad frente a hostilidad, el reto del turismo del siglo XXI

El director de Hosteltur analiza, en una charla en la UAL, cómo gestionar la masificación de los destinos de éxito para lograr su necesaria sostenibilidad

El director de Hosteltur, Manuel Molina, ante el público del auditorio de la UAL. / Rafael González
Elio Sancho

31 de octubre 2019 - 06:01

Segunda conferencia del ciclo organizado por el Consejo Social de la Universidad de Almería (UAL), a través de la Comisión de Estrategia y Relaciones con la sociedad que preside José María Rossell. Tras la primera de ellas el martes, el auditorio de la UAL albergó una nueva charla magistral, en esta ocasión, con Manuel Molina, director de Hosteltur, dentro de la iniciativa con estudiantes de Turismo y Ciencias Económicas, con el objetivo de acercarles al mundo empresarial.

Desde la cercanía a los datos del sector que proporciona Hosteltur, como medio especializado en información turística, Molina dio una conferencia bajo el lema ‘Hospitalidad, el reto de los destinos de éxito’, con la que dio las claves para poder gestionar la masificación que se está registrando en determinadas zonas, de forma que sea compatible con la sostenibilidad de los mismos, logrando así un movimiento de usuarios ordenado y capaz de convivir con esa determinada población o su hábitat.

“Hoy un viajero puede sacar billete por internet, hacer el checking en el aeropuerto y en el hotel” y no queda tanto para abrir su habitación por reconocimiento facial, recibir el almuerzo se a través de un robot o que un coche automático sin piloto le llevará al aeropuerto, explicó. “El turismo sin la clásica atención al cliente, sin personas ya está aquí. A pesar de ello, el turismo seguirá necesitando personas, pero no personas cualesquiera. La clave de futuro, que afecta a la hospitalidad, es el valor añadido que se pueda aportar a las empresas, la capacidad de interpretar los datos, las dotes comerciales y de comunicación. Es decir, seguiremos necesitando personas preparadas y empáticas”, afirmó.

El director de Hosteltur apuntó que en 2030 se prevén 10.000 millones de viajes en el mundo. La llegada de estos “ha crecido a una velocidad que ha puesto en peligro la sostenibilidad, por lo que se puede morir de éxito”.

Diez millones de viajes se registrarán en el mundo en 2030 y el 57% de ellos se realizará en avión

Ante este desafío, reconoció que hay ciudades que ya han empezado a rechazar al turista. Han comenzado a verlo de forma hostil, como Venecia o Barcelona, donde ha habido, incluso, ataques, y sus ciudadanos creen que el turismo es uno de los mayores problemas que tiene la ciudad, en algunos casos, por delante del paro. Además, se han sumado nuevas “palabras al relato”, entre ellas, la lucha contra el cambio climático de Greta Thunberg, una joven que ha demonizado los viajes en avión y que, mientras ella viaja en tren para impulsar su movimiento (ha llegado a cruzar el Atlántico en velero), todo su equipo se mueve por vía aérea. “El 57% de las llegadas internacionales son en avión, de ahí el impacto de Greta y mensajes similares”, indicó.

Un peligro de la masificación turística es que lo acaba igualando todo con las mismas franquicias. Y eso ataca la singularidad e identidad de una ciudad, aunque hay turistas a los que esto les da seguridad

A pesar de ello, “la buena noticia es que hay margen para reaccionar”. dijo. Ello pasa por reconciliar a los residentes con los visitantes y adoptar una planificación cuidadosa que respete los límites de capacidad y las especificidades de cada destino. “Cada zona debe adoptar sus líneas de trabajo, quitar presión en determinadas zonas y horas”, señaló y recordó que este turismo masivo no solo se da en ciudades. También en zonas recónditas, como el Everest (Nepal) y el Uluru (Australia), donde se ya se han hecho famosas las fotos que se han visto en redes sociales sobre largas colas en los ascensos a estas cimas.

Jerónimo de Burgos (UAL), Manuel Moreno (Hosteltur) y José María Rossell (Senator Hotels & Resorts). / Rafael González

Para buscar una solución adecuada, aconseja que sean “los propios agentes turísticos” los que arreglen esta situación por sí mismos, no pueden dejar que sean agentes externos los que den soluciones, a la vez que se busquen alternativas de transporte más eficiente energéticamente, en definitiva, más sostenibles.

En noviembre seguirán las conferencias: el 12 de noviembre, Juan Ignacio Zafra, director regional de CaixaBank en Andalucía Oriental; y Oscar Perelli, director del Área de Estudios e Investigaciones de la Alianza para la Excelencia Turística Exceltur, el 21 de noviembre

Ante un foro de estudiantes, Molina aprovechó para asegurar que las futuras generaciones serán parte de la solución, gracias a su preocupación por el medio ambiente o su manejo de idiomas, pero les recordó la importancia de actuar en situaciones distintas, aplicando la inteligencia emocional y la creatividad. “Un conjunto de habilidades básicas, que deben aparecer en el currículum y también capacidades que no están en él, como resolver conflictos, trabajar en equipo, manejo y aplicación de datos para recomendaciones estratégicas o capacidad de comunicar.

Llega la cuarta revolución industrial al turismo

Manuel Molina habló de la robotización o cuarta revolución industrial y sobre cómo cambiará el modelo turístico: inteligencia artificial, big data, algoritmos, machine learning, internet de las cosas, robots, automatización, reconocimiento facial, realidad virtual, digitalización. "Todo está aquí ya y los perfiles técnicos cada vez serán más demandados en el sector desde el punto de vista laboral. También ayuda la tecnología para aportar sostenibilidad", dijo.

A pesar de crisis o los ataques, los viajes ya forman parte de los nuevos estilos de vida. "La respuesta de la industria a los nuevos retos deberá ser proactiva. El turismo va a ir en aumento y esa gestión cada vez será más compleja. Las empresas y los gobiernos deberán gestionarlo de forma óptima", apuntó.

Y la próxima frontera será el espacio. Virgin Galactic ya prevé viajes espaciales, con experiencias de ocio a millones de kilómetros de distancia de la Tierra. Ver las vistas, moverse sin gravedad y fuera de la nave espacial serán el siguiente paso. Como aquel chaval que acudió a Stonehenge hace 3.500 años, procedente del Mediterráneo, para ver un monumento megalítico del que había oído hablar y que se había descubierto solamente 500 años antes.

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