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Carmen Moreno en el claustro catedralicio

Crónicas desde la ciudad

La bailaora almeriense Carmen Moreno protagonizó brillantemente -junto a un trío de contrastada calidad- la segunda jornada del ciclo “Tres a Compás” en el marco del 58º Festival de Flamenco y Danza

Carmen Moreno durante su gran actuación en el Claustro de la Catedral de Almería.
Antonio Sevillano

16 de julio 2025 - 06:51

Aforo prácticamente al completo en el claustro neoclásico de la catedral de La Encarnación. La tarde ventosa devino en una noche plácida en que las centenarias palmeras cesaron en su cimbrear. Silencio. El espectáculo va a comenzar. Tres banderilleros de lujo toman asiento: el guitarrista Javier Conde y las cantaoras Fabiola Santiago y Cristina Tovar, al tiempo que por un lateral accede Carmen Moreno Valenzuela como una diosa bellamente ataviada de blanco para comerse el escenario al compás de nuestros genuinos tarantos y tarantas, arropada por el dúo de voces y la sonanta de Conde Atocha. El espectáculo acaba de comenzar.

Nacida en Pescadería (1989) y residente a Sevilla, de la que parte a teatros y tablaos andaluces, madrileños, barceloneses, europeos o a donde se tercie, la próxima cita importante la aguarda allá por octubre en la renombrada SUMA FLAMENCA madrileña. En Almería, orígenes a los que sigue anclada, lo hizo estrenando Bailaora, espléndida coreografía que al finalizar brindó, entre lágrimas, a sus raíces y a las innumerables compañeras/os presentes, encabezados por Tomás de María, presidente de INDANZA, asociación asesora de la triada “Tres a Compás. O María La Rabota, con quien dio sus primeros pasos antes de ingresar en el hoy Conservatorio Kina Jiménez, a la edad de 12 años, y culminó la licenciatura de baile flamenco (2014).

Una brillante carrera profesional culminada (2023) en el Superior de Málaga con un máster en Artes Escénicas.

A estas alturas, capillitas y rancios clérigos se preguntarán porqué el flamenco -un arte pagano- se hizo presente en el claustro dieciochesco diseñado por Munar. Además de tradicional seña de identidad andaluza y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, cabe reseñar que dicha tradición intermitente se remonta a cinco centurias. Lean y verán que es más antigua que el hilo negro. Valgan solo dos ejemplos:

-Que se les dé a los gitanos dos ducados por las danzas que hicieron el día del Santísimo Sacramento, porque lo hicieron muy bien (junio, 1597).

-Dos años después (1599) actuaron nuevamente un grupo de gitanos con sus músicas y danzas.

Estreno de ‘bailaora’

Mi corazón está partío entre dos mujeres danzantes que a estas alturas ya poco les queda por demostrar. Una de ellas el Carmen. Sabía de su calidad por mentideros flamencos y redes sociales, pero fue María José Fornieles quien me la presentó una noche en La Guajira. La grata impresión inicial se corroboró en la peña El Morato en una velada especial a la que invité al obispo Gómez Cantero, ávido por conocer de primera mano y a pie de tarima la esencia y el alma de la música andaluza por excelencia.

Ahora, tras el desarrollo de “Bailaora”, no me cabe duda alguna de que estamos ante una de las máximas exponentes provinciales en dicha disciplina. Después del taranto citado y con el ambiente caldeado, el interés del público iría in crescendo. Con el toque de Javier, la sevillana y malagueña Cristina y Fabiola, respectivamente, cobraron mayor protagonismo por tangos (Caballo blanco, jaleos extremeños) de excelente factura.

Dos tesituras tímbricas diferentes, pero ambas jondas y con perfecto sentido del compás. A ellas le siguió, en solitario, Javier Conde, guitarra Conde Atocha en ristre. ¡Gloria bendita” De su capacidad como acompañante al baile y virtuosismo como concertista da cuenta su intenso currículo; en el que llama la atención el que lograse el Bordón Minero en el Festival de la Unión con tan solo 14 años, el más joven en la historia de tal certamen.

Esa noche en el claustro neoclásico nos obsequió con dos piezas antológicas del pamplonica Agustín Castellón “Sabicas”: Danza árabe y Zapateado en Re mayor.

Sin solución de continuidad, Carmen Moreno irrumpió de nuevo en el escenario enfundada en un llamativo traje rojo con bata de cola y volvió a sorprender al respetable. No solo bailó por bulerías como los ángeles sino que, además, se acompañó ella misma cantando cada tercio y copla. Una faceta, el cante, por la que siente pasión desde pequeñilla y ahora realiza habitualmente en sus galas. Un “palo” que hizo volar nuestra imaginación al gaditano Pemán rimándole el “torbellino de colores” a la mismísima Lola Flores.

Aún nos restaba la apoteosis final. Y para ello se decantó por la siempre solemne soleá, rematada con las consabidas bulerías. Elegantemente de negro, caminó desde una de las salas del museo catedralicio -reconvertido para la ocasión en camerino de artistas- a imagen y manera de una lorquiana hija de Bernarda Alba. Introspectiva y sobria, contenida en los giros y movimientos, firme sobre su propio eje vertical, zapateando con fuerza, concentrada y entregándose con garra hasta la extenuación... La ovación cerrada y sostenida hizo temblar los cimientos de la seo mandada a construir hace medio milenio por fray Diego Fernández de Villalán. Y no era para menos. Felicidades y gracias Carmen, Javier, Cristina y Fabiola. Llegasteis en medio de gran expectación y os vais con el regusto de volver pronto a disfrutar de vuestro Arte. Salud y suerte.

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