Análisis

Manuel 
Pozo Oller

Hoy puede ser un gran día

30 de noviembre 2025 - 03:10

Con el domingo primero de Adviento iniciamos un nuevo año litúrgico de la mano del evangelista san Mateo. Sin poner en cuestión las muchas actividades que nos ocuparán en estos días previos a la fiesta de la Natividad, no hemos de descuidar la preparación espiritual para celebrar con gozo “el cumpleaños” del nacimiento de Nuestro Señor. La pedagogía de la Iglesia nos ofrece cuatro domingos para abrir nuestros ojos y contemplar con esperanza la vida y la historia como lo hicieron, cada uno en su época y circunstancia, el profeta Isaías, Juan el Bautista, san José y la Virgen María.

San Mateo sitúa el pasaje evangélico de este primer domingo en el contexto del denominado sermón escatológico (24,37- 44). El evangelista, después de anunciar calamidades como la destrucción del templo, la llegada de falsos profetas y los múltiples signos que parecen indicar la llegada inminente del Mesías, con un sentido grande de la realidad, invita a la comunidad a no estar inquieta por el futuro y a poner la atención en vivir el momento presente ya que «en cuanto al día y la hora, nadie sabe nada…sino solo el Padre» (v.36). El autor sagrado, en consecuencia, intenta con esta narración eliminar las inquietudes de los discípulos por el futuro inmediato que con frecuencia se presenta poco esperanzador y, al tiempo, les invita a fijar la mirada en el presente para construir el futuro llevados de la mano de Dios.

En consecuencia, el discípulo que a Dios tiene no se deprime por el presente ni se obsesiona por el futuro. El que confía, evita las pre-ocupaciones y se ocupa en prepararse con paz para cuando llegue el momento culminante. El discípulo, aunque no conozca el momento de la venida final, tiene la certeza de que el Hijo del hombre vendrá en su momento y que esta culminación final llegará de improviso, sin que nadie la espere, como ocurrió en tiempos de Noé y ocurre con el ladrón que llega sin que nadie le aguarde. Estando, así las cosas, para que no encuentre desprevenidos a los discípulos, se exhorta a “estar en vela” (v.42) y “preparados” (v.44).

La vigilancia activa y la virtud de la confianza superan todo temor y centran la atención en el presente sin comerse el coco sobre especulaciones para adivinar el cómo, cuándo y dónde va a ocurrir el hecho de la consumación final. Para el discípulo caminante, glosando a Joan Manuel Serrat, “hoy puede ser un gran día”. El futuro se labra y construye en el hoy como oportunidad para el amor, la poesía y el compromiso en la construcción de un mundo nuevo en silencio vigilante, oración perseverante, alegría serena, caridad concreta y conversión humilde.

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