Utopías posibles

Luis Ibáñez Luque

Silencio personal y movilización social

05 de diciembre 2025 - 03:06

Silencio. El más absoluto de los silencios, como muestra de respeto. Esto es exactamente lo que tendríamos que hacer ante el reciente caso de suicidio de dos adolescentes en Jaén. Esto, y dejar actuar a los y las profesionales de la psicología y la psiquiatría para atender a las familias y personas cercanas. También debergíamos seguir sus recomendaciones ante la inminente pandemia de salud mental que padecemos. No exagero. Un reciente informe del Consejo General de la Psicología en España habla de que un 54,7 % de los jóvenes entre 15 y 29 años han tenido algún problema de salud mental en el último año, el 52 % con cansancio, falta de energía o apatía. El 47,6 % con problemas de concentración. El 45 % manifiestan tristeza o decaimiento. Tristeza. Occidente. Siglo XXI. En 2023, 875 adolescentes de entre 11 y 15 años intentaron quitarse la vida, la mayoría (84 %), niñas.

Ahora bien, más allá de factores individuales, no es necesario ser psicólogo ni sociólogo para plantearse ciertas cosas: el neoliberalismo salvaje que pone el foco en la productividad, la explotación o (lo que es peor) la autoexplotación; el ritmo de vida, cada vez más rápido; la descomposición de lo que significa la familia, que en muchos casos ya no es refugio ni garantía de cuidado o de que se haga un seguimiento adecuado de los hijos e hijas; la pérdida de la comunidad, en el sentido de grupo de personas que acogen, se interesan y se cuidan entre sí; la precariedad, la falta de estabilidad laboral, la pobreza incluso entre la población ocupada; los mensajes apocalípticos y desesperanzadores, constantes en la política y los medios de comunicación; la superficialidad y aparente éxito que se nos vende en las redes sociales; la necesidad del algoritmo de alimentar la indignación, la radicalidad, la violencia, la agresividad, con el único objetivo de vender; lo poco que se habla de amor, de los tipos de amor, de cómo querernos bien desde la amistad, la familia o la pareja (todo lo más, se habla de emociones individuales)...

Además de respetar el silencio y callar ante el morbo, quizá debamos plantearnos que esta sociedad no va a parar de generar enfermos mentales, suicidios, malestar, sufrimiento. Es así en el nivel «macro» (política, sistema social, guerras) y también en el nivel «micro» (trabajadores, familias, jóvenes). Quizá haya llegado el momento de elegir entre plantarnos, tomando en serio una revolución, un cambio radical en este sentido, o seguir alimentando este monstruo de dolor y muerte.

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