¿Importa la afición?

No hace mucho el club sacó pecho acerca de la asistencia media de 14.000 espectadores al estadio. El sábado, ante el Huesca, solo 11.810. En redes sociales muchos se rasgaban las vestiduras. El equipo está por encima de la afición y cosas así. También leí comentarios del cementerio que era el Estadio, a pesar del dominio del Almería y de luchar por una victoria que les podría consolidar en la tercera posición. Claro que la lejanía de las gradas, con las pistas de atletismo de por medio, tampoco ayuda. Hubo todo tipo de reflexiones sobre estos dos temas, pero no leí a nadie decir que la decisión del club de castigar con carácter retroactivo a sus abonados fue más negativa que positiva (conozco a varios abonados, de muchos años, a los que han echado del fútbol). Bien es cierto que en el fútbol actual al aficionado fiel de toda la vida se le ningunea. Empezando por la LFP que preside el oscuro Javier Tebas, que lleva a nuestro fútbol a la ruina. Porque a LaLiga, y a sus clubes, les importa un pimiento que un aficionado sienta más o menos los colores de su equipo. Lo que les importa es que pasen por caja. Es una relación transaccional, un intercambio entre cliente y proveedor, sin sentimientos, ni sentimentalismos. Esa fue la elección de LaLiga y sus clubes, y esa fue la elección del Almería en el momento que decidió penalizar a aquellos que, por unas razones u otras, no podían ir a los partidos, como yo. Si tratas al aficionado como ganado, como un mero número en tus cuentas, tampoco puedes esperar devoción desmesurada. Algunos, que llevamos años siguiendo al club, somos muy fieles, con independencia de la categoría en la que juegue, pero construir afición disociándola del sentimiento de pertenencia, anteponiendo los intereses económicos, no parece la mejor estrategia.