Ya ha aparecido la foto de un primer cornúpeta en Brasil disfrazado a la usanza del homólogo norteamericano que se encontraba entre aquellos que asaltaron el Capitolio allá por Reyes de hace ahora dos años. Por aquí no ha tardado en retratarse algún responsable (sic) político, deseando "que el pueblo brasileño recupere la normalidad democrática cuanto antes", pero sin nombrar al presidente brasileño; ¡como si la cosa no fuese con éste! ¡Pero si hasta nuestro Jefe de Estado ha estado allí presente en su toma de posesión! A veces…, ¡qué quirúrgicos somos a veces! Sin embargo, no se usa esa precisión para denominar tal acto. Comparar aquella payasada de la declaración unilateral de una "república por ocho minutos", con el asalto a los tres poderes del Estado, simultáneamente, pidiendo un levantamiento militar, es propio de ignorancia: sin alternativa.

Aquí no tenemos estupidez judicial que no sepa distinguir esos hechos: no hay nada que temer. Poner ejemplos siempre será una actividad tendenciosa: o los presentamos para trabajar a favor de obra o para lo contrario. En cualquier caso, siempre confiaremos en que el oyente se convenza de que lo que pensamos es lo mejor de lo mejor gracias a ese ejemplo. En este caso es evidente: la legalidad está legitimada en Ignacio da Silva, nombre que ha sabido evitarse en muchas declaraciones… ¡Anda, como cuando finalmente ETA condenaba "todas las violencias" para no referirse a las víctimas concretas de sus execrables acciones terroristas! Lo curioso de decir "condenamos todas las violencias" es si serán conscientes tales mentes de que condenan ahora a quien siempre evitaron a sus acciones condenar y que ya, al fin, reposa para siempre en nueva tierra, lejana a Cuelgamuros.

Pero lo importante: ¿se podía esperar otra cosa de un contexto en que el presidente saliente no ejerce de tal "pasando el testigo" al entrante? ¿Acaso su ausencia no era aviso de lo que ha devenido? Mirad, esto es lo que hay que hacer para que las cosas se terminen por aceptar: primero, relativizarlas; luego, confundirlas; y, finalmente, ofrecerte la "salvación sin esfuerzo". Pues bien, para que eso no nos pase, es imprescindible que sepamos que esto que llamamos "Democracia" es un logro de la humanidad, allá por la Grecia del s.VI a. C., y que desde entonces viene perfeccionándose, en cada país, al amparo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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