La tapia con sifón
Antonio Zapata
Pudieron ser estrellas, 4: Espronceda
En 1912, nuestra Nación y Francia firmamos un Convenio por el cual quedó fijada la situación de ambas Naciones en Marruecos, dividiendo a esta última en 2 zonas geográficas bajo la figura jurídica de Protectorado, reconociendo a la nuestra el norte marroquí (las regiones del Rif y Yebala) y al sur, Cabo Juby o Villa Bens. Francia se había anticipado y ocho meses antes de este Convenio, había creado su propio Protectorado sobre la mayor parte de Marruecos. Esta situación se mantuvo hasta marzo de 1956 cuando el gobierno francés, sin contar con el nuestro, dio fin a su Protectorado, forzando un mes después a nuestro Gobierno a conceder también la independencia a nuestra zona.
La independencia marroquí vino precedida por una larga lucha contra los franceses desde el final de la II Guerra Mundial, que decidieron finalmente ceder en Marruecos para concentrar todos sus esfuerzos en Argelia. Mientras esto ocurría en el protectorado francés, en el nuestro reinaba la paz desde 1927 con el fin de la guerra del Rif. Y en este proceso de lucha contra los franceses, en vez de colaborar con ellos, apoyamos a las bandas armadas marroquíes hasta el extremo de permitir el establecimiento de campos de entrenamiento en Nador, además de suministrarles armas, siendo difícil entender este apoyo puesto que la retirada francesa significaría el final de nuestro Protectorado.
Con la independencia, el partido marroquí Istiqlal, principal responsable de la lucha armada contra Francia, se convirtió en la fuerza política predominante, construyendo un discurso reivindicativo que pretendía ampliar Marruecos hasta sus denominados “límites históricos”, que incluían nuestro Sáhara y partes de las actuales Mauritania, Senegal y Argelia. En esta lucha, las bandas armadas marroquíes, dando por hecho que la derrota de los franceses provocaría nuestra retirada, atacaron a estos en Mauritania con la pasividad de nuestras autoridades, que con la excusa de mantener la neutralidad, permitieron convertir el Sahara en una inmensa zona de tránsito para estas bandas hacia Mauritania, a pesar de las protestas francesas. Derrotados en Mauritania, nuestras autoridades empezaron a ver con preocupación la permanencia de estas bandas armadas en nuestros territorios de Ifni y Sahara. Nuestra zona sur del protectorado, Cabo Jubi, se entregaría en 1958, pero antes, en 1957, los nacionalistas marroquíes reclamaron nuestros territorios de Ifni y Sahara, atacando en noviembre de ese mismo año a nuestras fuerzas militares, claramente insuficientes para el control de esos territorios.
Es en esta guerra cuando el 16 de enero de 1958 los medios de comunicación nacionales se hicieron eco de una nota de prensa del entonces Ministerio del Ejército en la que se hacía referencia a que “durante la noche del 12 de enero unas partidas enemigas hostilizaron con cierta intensidad nuestros puestos de vigilancia de la zona de El Aaiún. En consecuencia, una agrupación de fuerzas de la Legión emprendió en la mañana del 13 una operación de reconocimiento destinada a limpiar la zona de enemigos e impedir totalmente tales hostigamientos. Esta fuerza tomó contacto con una numerosa partida en las inmediaciones de Edchera atacándola con decisión y energía y trabando con ella un combate que se prolongó durante todo el día para destruir y cercar a la partida, propósitos que se cumplieron hasta que, al amparo de la noche, los restos de ella se diseminaron en el desierto...” La realidad fue que, sin la suficiente información del enemigo, no se pudo prever su despliegue y efectivos en un terreno como el de Edchera muy apropiado para la emboscada, para organizar una buena posición defensiva o la combinación de ambas acciones, favoreciendo la acción por el fuego a cubierto de vistas y fuegos del atacante, quedando la fuerza legionaria, sin apoyo artillero ni aéreo, fijada por el fuego enemigo en un terreno desfavorable, prolongándose el combate hasta bien entrada la noche cuando el enemigo rompió el contacto abandonando sus posiciones. Las bajas propias se elevaron a 48 muertos y 64 heridos. La situación sólo pudo solventarse gracias al comportamiento heroico de los legionarios, que fueron fieles cumplidores de su credo, ganándose la Cruz Laureada de San Fernando los caídos Brigada Fadrique Castromonte y C. Legionario Maderal Oleaga.
Este combate del 13 de enero de 1958 en Edchera ha sido, hasta ahora, el último de una Bandera legionaria, protagonizado por su XIII Bandera.
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