La cuarta pared

Ex machina

"Sorprende la dicotomía entre el nivel de complejidad entre los proyectos de hoy y las obras de hace 70 años"

Hoy día, en arquitectura parece impensable que se pueda resolver nada sin el empleo de potentes ordenadores y complejos programas informáticos. A poco que uno se ponga a redactar el proyecto de un pequeño gallinero, acabará elaborando un documento técnico cargado de memorias de cálculo, justificaciones normativas de obligado cumplimiento y una ingente cantidad de planos, con detalles constructivos y esquemas de instalaciones para parar un tren. Georreferencias para catastro, modelo energético y acústico, volumetrías e infografías varias, nada puede faltar. Y todo esto para que casi siempre, Pepe el de la furgoneta, que sabe más de gallineros que el Koala, acabe construyendo el corral de oído y a sentimiento sin abrir el proyecto, redactado para mayor gloria del técnico municipal de turno, al que le faltará tiempo para buscar si falta alguna coma en la tabla 4 de la página 345.

Y es que los medios y las máquinas han potenciado que los proyectos y documentos se compliquen documentalmente de forma desmesurada. Resulta muy sorprendente la dicotomía entre el nivel de complejidad que se ha alcanzado en los proyectos y lo parecidas que son las obras y los edificios de hace 70 años. Todo ello por culpa de y gracias a "las máquinas"

Si sacamos de la ecuación a las grandes obras de la arquitectura y la ingeniería de la antigüedad, sostenidas en gran medida por el conocimiento empírico, la tradición heredada y el ingenio de los grandes maestros, o aquellas obras más contemporáneas que han requerido del empleo de herramientas informáticas complejas para su gestación e ideación, como el mítico museo Guggenheim de Bilbao, al final los proyectos acaban siendo hijos de sus circunstancias, y se alejan de la máxima de Mies de que "menos es más". Y es que las potentes herramientas de procesamiento de datos, de cálculo y de diseño asistido invitan a ello. Y la burocratización no iba a quedarse atrás. Más madera.

Cuando los medios eran más limitados y costosos, los proyectos eran documentalmente sintéticos, y optimizados. Con la economía de medios como necesidad, pues no había ni ordenadores ni fotocopiadoras, un edificio complejo, trabajado y racionalmente diseñado se explicaba en apenas una memoria de 30 páginas, un estadillo de mediciones y media docena de planos. Y ahí están hoy muchos de estos edificios mirando en plena forma desde las alturas como se levantan sus nietos sobre más papeles que ladrillos.

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