EL discurso tiene como objetivo la interacción social; el texto, no. El discurso es la contextualización del texto: el poder, la ideología, la posición social, la profesión, el sexo, la edad... del emisor y cómo los refleja mediante el uso lingüístico y lo extralingüístico, según la situación comunicativa. La conversación es un discurso formado por diversos textos (orales; o escritos, si es reproducida), dependiendo del número de ínterlocutores. Si leemos un artículo de opinión, en cuanto busquemos otros artículos, sobre el mismo tema, con el fin de cotejarlos, ya estamos construyendo un discurso. Este va más allá de la gramática, para buscar otros objetivos. El discurso no solo exige saber lengua, sino saber usar la lengua: una intención comunicativa (Ilocución), que produzca efectos en el receptor (perlocución): convencer, persuadir... Un análisis discursivo conlleva un análisis lingûístico de los textos que componen el discurso, contextual y sociológico: persuasión, poder, ideología. El discurso se pregunta qué se dice, a quién se dice, cuándo se dice, cómo se dice, por qué se dice, para qué se dice. La lingüística textual, la pragmática, los actos de habla, la sociología, la psicología, la política y otros campos reunidos, en aras de la comunicación.

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