La tapia con sifón

Patatas, huevos y otras mentiras

Todos estos productos son caros de pantalones y llevan grasa por un tubo (del 30 al 40% de su peso)

Las patatas fritas El Valle con sabor a huevo frito no llevan huevo. Ideales para veganos y fugitivos del colesterol o de la cocina. Pero conviene leer la composición, porque además de patatas, aceite de girasol y sal, llevan dextrosa, potenciador de sabor E-621, antiapelmazante E-551 y trazas de gluten, soja, apio, huevo, leche y gamba. Y, bueno, por lo menos lleva patata, porque otros "aperitivos" con forma de patata, por ejemplo los Pringles, los hacen con patatas deshidratadas, grasa vegetal (¿palma?), harina de arroz, almidón, azúcar, glutamato monosódico, guanilato disódico, inosinato disódico, dextrosa, cebolla en polvo, caldo granulado, ajo en polvo, acidulante, emulgente E-471, maltodextrina, sal y almidón de arroz modificado. ¡La virgen!

Todos estos productos son caros de pantalones y llevan grasa por un tubo (del 30 al 40% de su peso) y en algunos casos con mayoría de saturadas. Así que, echen unos minutos en la cocina y prepárense unos huevos fritos con patatas y jamón como mandan los dioses del placer y la salud. Con patatas nuevas, huevos camperos o ecológicos y aceite virgen extra, si es picual, mejor. Si quieren llegar a la virguería en la fritura del huevo, sigan el procedimiento de Ángel Muro en su libro "El Practicón" (es de 1893, pero se sigue reeditando). Dice que el auténtico huevo frito se hace de uno en uno y separando la clara y la yema. Agita ligeramente la clara sin batirla y la deja caer "al hilo" en abundante aceite bien caliente; aparta la sartén del fuego, pone la yema en el centro de la clara, tapa la sartén y la deja así tres minutos. En cualquier caso, salen mucho más baratos que un paquetillo de "chips" y son más sanos. El jamón nos puede subir un poco el presupuesto, pero como hemos cobrado la extra (los jubilados, además, 100 eurazos de atrasos) podemos permitirnos unas lonchas de lo que Martín Berasategui calificó como "El mejor producto del mundo, una verdadera joya gastronómica". En la carnicería La Cueva, en el Mercado Central de la capital, lo tienen de varias calidades: ibéricos de bellota de varias marcas incluido 5Jotas, ibérico de cebo y serrano, todos ellos a precios muy razonables y cortado a mano en el acto. De paso se mercan huevos camperos en Mari y una hogaza de pan de Padules en La Chanata. La gracia completa.

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