Tradición Católica

La existencia de esta apostasía inmanente se está dejando notar en la secularizada religiosidad popular

Después de un fin de semana cuaresmal algo gélido, caracterizado por los Vía - Crucis penitenciales realizados a pie de calle con las imágenes sagradas de Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli desde la S. y A. I. Catedral de la Encarnación y Nuestro Padre Jesús de la Sentencia desde la Iglesia parroquial de San Ildefonso, que han congregado a cientos de fieles en torno a tan espiritual ejercicio piadoso, sin olvidarnos del que se hace en el interior del templo catedralicio con el venerado Cristo de la Escucha a la espera de las cinco de la madrugada del Viernes Santo, que recorrerá las calles de Almería revelándonos quien es la Verdad, quien es la Vida y quien es el Camino. Estamos en un periodo preparatorio sinodal. Hay que abrir bien los ojos. Si miramos el mundo y la situación política o social, vemos perfectamente cómo el mundo se está hundiendo cada vez más en este grito: no queremos que Cristo reine sobre nosotros, no queremos que Jesucristo reine sobre nosotros. Y se pasa suavemente al odio mismo de nuestro Señor Jesucristo y de Dios, con oleadas anticrísticas y anticristianas. He ahí lo que tenemos ante nosotros, lo que ya está aquí. Santo Tomás de Aquino se preguntaba por qué el hombre puede odiar a Dios, cuando Dios es el bien supremo, perfecto y fuente de todos los bienes para nosotros, para cada uno de entre nosotros. Explica, que es la voluntad depravada del hombre, que no quiere renunciar al mundo, a su pecado, y que por lo tanto odia a Dios, primeramente, como legislador. Odia a Dios porque no quiere la ley de Dios. Y, en segundo lugar, a Dios como plenitud de las gracias, siendo Él de quien derivan toda gracia y toda santidad, toda virtud. La existencia de esta apostasía inmanente se está dejando notar en la secularizada religiosidad popular en cuanto al número de fieles participantes, ante tanto relativismo dogmático, de la doctrina, de la fe, que tiene por consecuencia necesaria, con el tiempo, lo que vivimos actualmente de una manera particular en nuestros templos y fuera de ellos, cada vez más grave con el indiferentismo religioso, al considerar la religión verdadera, la católica, apostólica y romana, una religión del sentimiento que está procediendo sistemáticamente a la demolición de la institución y de la propia noción de la autoridad católica. En fin, nos hemos introducido en la tercera semana de la Cuaresma. Paz y Bien.

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