Libertad Quijotesca
Irene Gálvez
La estela de Horemheb
En la llanura entre montañas, en el valle al que se llega por varias carreteras, se reúnen un grupo de vecinos añejos, en un pequeño salón, con sillas de plástico, una mesa de ponentes escueta, sin micrófonos y con un pequeño bastidor para proyectar las imágenes de un portátil que funciona regular, las imágenes no se ven bien. En la sala hay una reverberación brutal, que dirían los expertos acústicos, y se oye retumbar todo el mundo hablando a la vez antes de que el maestro de ceremonias, un arquitecto, Juan Carlos García de los Reyes empiece a hablar sin micrófono con la limitada voz que le queda. Hablará durante dos horas o más, dirigiéndose casi personalmente a cada uno de los asistentes, pretendiendo explicar el avance del pbom que es la figura, una de ellas, que le corresponde al municipio en sustitución de los antiguos pgous, por el tamaño del municipio según la nueva ley urbanística de Andalucía, que ya no se llama tampoco así si no que se llama la LISTA (Ley para el impulso de la sostenibilidad del territorio de Andalucía), y lo que va explicar a los paisanos no es si su parcela es ahora urbanizable o vale más sino el corazón de esa ley, las tripas, la anatomía desmembrada y expuesta con palabras y gestos claros, aunque con voz limitada, que luego se irá limitando aún más pero que nunca se apagará. Las nuevas reglas de juego de una ley oscura, que encierra conceptos muy simples que al desarrollarlos, del ovillo salen infinidad de nuevos hilos que pueden, desenmarañar el gran lio montado en torno al urbanismo, las leyes y conceptos antiguos, la especulación y los beneficios, que luego queda en hectáreas de terrenos baldíos con el mismo aspecto de siempre antes y después de pintarlos de color en un plano, quedar todo a medias, el laberinto de las viviendas sobre suelos que hoy en día no se puede construir. La luz que alumbra el camino es este arquitecto con sus ideas más allá de las leyes y sus leyes más precisas que sus ideas. En el turno de preguntas cada uno quiere saber que pasa exactamente con su parcela, con su problema, con su tema. Pero eso hoy no toca. Hoy toca consumir la voz en el inicio de lo que es la punta de lanza de los cambios por venir, en un pequeño pueblo de poco más de 3000 habitantes, con el doble de trabajadores y que, en esencia, no ha cambiado desde que yo estuve pisando sus adoquines cuando fui durante unos años, a su colegio.
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