Viviendo en moles

Mercedes Torres Cañabate

Bendita rutina

23 de septiembre 2025 - 03:09

Es en septiembre, cuando las familias se desesperan por la tardanza del comienzo de curso. Los padres, llevan ya casi tres meses gestionando las vacaciones de sus hijos, que casi siempre, superan en duración a las suyas. Y los abuelos, ya no saben qué más inventar con los nietos. Al final, todos llegan a la misma conclusión, ojalá empiece pronto el colegio y volvamos a la rutina. Esa rutina, de la que nos quejaremos, dentro de poco, porque puede que nos lleve asfixiados. Pero esa bendita rutina, donde cada cual tiene sus obligaciones y con la que se consigue ajustar las distintas necesidades de todos los miembros de la familia.

Los niños y adolescentes, por el contrario, podrían continuar eternamente en esa vida, en la nada. Llega un momento, a lo largo del verano, en el que no saben ni el día en el que viven y todo es fin de semana. La ausencia de horarios, no tener que levantarse temprano, no ir al colegio o instituto, es una realidad que les encanta. Solo hacen lo que les apetece, porque se recrean en la satisfacción del momento, en la elección de las actividades y en la tranquilidad. Esa, que se esfuma durante el curso, con horarios ajustados al segundo, entre colegio, deporte, idiomas y tareas. Para ellos, la única ventaja de la vuelta, son los amigos, a los que han visto más o menos dependiendo de las edades y la cercanía.

Y en la ecuación, falta un elemento, y son los profesores. Esa profesión tan criticada en verano, como esperada en septiembre y muy valorada el resto del curso. Los maestros y profesores, estamos encantados de recibir a nuestro alumnado de nuevo. Y tenemos las pilas cargadas para hacer frente a todas las vicisitudes que nos puedan surgir a lo largo del curso, porque llegarán. Tendremos momentos de risas y alegría, de esfuerzo y constancia en las distintas asignaturas, de duda y estrés con los exámenes y resultados, pero también tendremos situaciones externas al centro, pero pertenecientes a las vidas personales de los alumnos: problemas de salud, incompatibilidades de los padres, contingencias múltiples que hacen que el niño o adolescente, encuentre su respiro en el colegio. Y su clase, se convierte en esa isla que necesita. Por eso padres, alumnos y profesores, debemos ser empáticos para poder entender todas las perspectivas que se nos presentarán. Y de este modo, centrarnos en lo más importante, que es el desarrollo íntegro de las generaciones más jóvenes.

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