La caza del inmigrante: Torre Pacheco emula a El Ejido

Los necesitamos tanto o más que nosotros y nuestro bienestar a ellos. Quien piense lo contrario va errado

20 de julio 2025 - 07:00

Torre Pacheco, un tranquilo pueblo agrícola de Murcia, en el que conviven más de 90 nacionalidades, ha sido estos días noticia a nivel nacional. La “caza del inmigrante” promovida por grupos ultras, ayudados por las soflamas en redes sociales como Telegram, ha sacado lo peor del ser humano como especie. La sinrazón y el sinsentido nos ha llevado a una espiral de violencia absurda, dolorosa y peligrosa, en el que el culpable de un hecho aislado no es quien lo ha provocado, sino todos aquellos de la misma raza que trabajan y viven con normalidad, haciendo los trabajos que los nativos hace años que dejaron de realizar.

Con profundo dolor y tristeza Torre Pacheco me ha retrotraído a los famosos sucesos de El Ejido del año 2000, en los que los ultras y exaltados, que siempre los hay, iniciaron la misma cacería, a la búsqueda de votos, alteración del orden público y revueltas palaciegas, con fines espúreos de poder, sueños de grandeza y pureza de la raza. Por fortuna aquello quedó en una anécdota, dolorosa eso sí. La normalidad volvió y sigue presente en la localidad del Poniente, en la que todos parecen haber entendido que la exaltación de valores nacionalistas y patrios sólo conduce al enconamiento de la tensión, a la frustración de unos pocos y al miedo de muchos que llegaron aquí a trabajar y a la búsqueda de una vida mejor.

Entiendo, no puede ser de otra forma, que aquellos que provoquen sucesos desagradables deben ser perseguidos, detenidos, juzgados y encarcelados. El sistema democrático que todos nos hemos dado es bastante claro en este sentido. Con seguridad que la justicia actuará conforme a la Ley y los culpables pagarán su osadía con la cárcel.

La espiral de tensión que nos envuelve en nuestro día a día nos encamina, si no ponemos remedio, a situaciones de las que espero no tengamos que arrepentirnos. El camino emprendido por los amantes de la violencia, el racismo y la xenofobia debe ser atajado con rotundidad. El peso de la ley debe caer no sólo sobre quienes encendieron la mecha, sino sobre todos aquellos que tratan de mantenerla viva para la consecución de objetivos nada claros u oscuros. La mayoría de los inmigrantes y los nativos conviven con normalidad, siempre ha sido así y no tiene ni debe cambiar. Los necesitamos tanto o más que nosotros y nuestro bienestar a ellos. Quien piense lo contrario va errado.

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