Comprender el mundo

Una niña de 4º de Primaria estudia este tercer trimestre la prehistoria y los primeros pobladores de la península (celtas, íberos y demás). Un contenido que, dicho sea de paso, se repetirá en años sucesivos hasta al menos 1º de ESO. Mientras tanto, en un grupo de 2º de ESO me dicen que fue en el siglo XX cuando se inventó el tren y que había nobles y caballeros. Es justo lo que acaban de dar en historia: la edad media y el siglo XVI. En 4º de ESO han trabajado la guerra civil española. A duras penas han dado la segunda guerra mundial, aprisa y corriendo porque «no da tiempo».

Recordemos que la etapa obligatoria termina en cuarto; en ese momento se supone que los aprendizajes mínimos, básicos y comunes a toda la población deben haberse producido. Tras este curso tenemos algunos chavales que abandonan estudios, otros que van a ciclos de FP de grado medio, de gran especialización (desde Rayos X hasta mecánica, pasando por carpintería o informática, por poner algunos ejemplos) y otra parte importante continuará hasta Bachillerato, con unos contenidos totalmente condicionados por la prueba de acceso a la Universidad.

Recordemos que hay un porcentaje bastante alto de la población al que si la escuela no da respuesta, si no le contamos algo, si no ponemos a su alcance ciertas experiencias educativas, saberes, contenidos o aprendizajes… nunca los tendrán. Suena tajante y radical. Lo es. ¿Será capaz nuestra juventud de entender la información que contiene un simple telediario? ¿sabrán apreciar las ciencias o las artes actuales? ¿cuándo toca el análisis, el debate y la reflexión sobre el mundo actual? ¿nunca? ¿dejamos entonces a nuestros jóvenes a merced de los intereses manipuladores de las grandes corporaciones, redes sociales y demás? No es un asunto baladí. Y añado, ¿quién ha dicho que la historia, la ciencia o la cultura solo se puedan enseñar de manera lineal, descubriendo la rueda cada año con la esperanza de que el transbordador espacial lo entenderán por sí solos? ¿es necesario que hagan mil divisiones de dos cifras en un año cuando no las van a hacer a mano en toda su vida? ¿dónde y quién dice que haya que repetir lo mismo una y otra vez, hasta que odien el conocimiento? Demasiadas preguntas y una realidad: tenemos el deber, la obligación y la urgencia de ayudarles a que comprendan el mundo en el que viven. Por ellas y ellos, por el presente y por el futuro.