El lado oscuro de almería

josé ángel Pérez

El crimen del cine San Miguel

Quemado vivo. La víctima, de nacionalidad alemana y de 48 años de edad, murió después de robarle, amordazarlo y maniatarle, manteniéndolo los criminales moribundo durante dos días

Algo más de diez meses de intensas y complejas investigaciones, posibilitaron a la Policía de Almería llegar a esclarecer el extraño caso de un ciudadano alemán asesinado y posteriormente quemado vivo en el interior de su auto-caravana estacionada en la explanada del antiguo cine San Miguel de la capital en la barriada de Ciudad Jardín. Un caso que se presentaba extremadamente complicado y que tuvo un profundo calado entre la sociedad almeriense. La Policía almeriense puso de manifiesto su capacidad durante la investigación de este caso que en los primeros años de la década de los años noventa ocupó una prioritaria atención en los medios de comunicación de toda la geografía nacional.

Un ciudadano, de nacionalidad alemana, identificado posteriormente como Ernest Walters Shorers de 48 años de edad fue quemado vivo después de robarle, amordazarlo y maniatarle, manteniéndolo los criminales moribundo durante dos días en su autocaravana, hasta que los asesinos decidieron pegarle fuego al vehículo rociándolo con colonia y con el infortunado hombre aún con vida en su interior.

El terrible crimen ocurrió el 18 de abril de 1991. La Policía, gracias a la eficaz y paciente labor de los agentes del grupo de Policía Científica y Policía Judicial y la perspicacia de un agente de Informes Judiciales, casi un año más tarde detuvieron en la capital a cuatro jóvenes en edades comprendidas entre los 17 y 22 años todos ellos vecinos de la barriada de las Quinientas Viviendas y el Zapillo por su implicación en el asesinato aunque solo dos de ellos, apodados por los alias de "El Negro" y "El Angelillo" fueron condenados por la Audiencia Provincial de Almería como los autores materiales del crimen.

Según pudo determinar la Policía durante el proceso de la investigación, los jóvenes entraron a robar en la caravana la madrugada del 13 de abril de 1991, cuando el propietario dormía en el interior del vehículo. Los jóvenes forzaron las cerraduras de una de las puertas laterales, cuyos cristales estaban semi bajados, atacándole por sorpresa sin que la victima tuviese capacidad de reaccionar y defenderse logrando los desconocidos reducirlo a golpes durante el forcejeo.

Los delincuentes se apoderaron de 65.000 pesetas en billetes de 5.000, que se repartieron y que encontraron en un pequeño bolso de cuero de color gris, que el alemán guardaba debajo del asiento derecho del vehículo. Posteriormente, utilizando unas correas lo maniataron y con una bayeta de cocina lo amordazaron para que no gritase.

Los asaltantes consumado el robo, con total sangre fría volvieron a los tres días observando que el hombre se encontraba todavía en la misma posición en que lo dejaron, desvanecido junto a una pequeña mesita, con escasas fuerzas y en estado preagónico.

Según las pesquisas policiales se pudo determinar, que fue "El Negro" quien regresó a primeras horas de la madrugada del 18 de abril hasta la explanada del Cine San Miguel para prenderle fuego a la caravana con el propósito de borrar todas las huellas posibles rociando con colonia a la victima y posteriormente quemarlo mientras los otros tres "colegas" vigilaban la calle por si alguien se acercaba.

El incendio de la roulotte se produjo sobre la una menos cuarto de la madrugada del 18 de abril y la densa humareda que salía de la autocaravana fue detectada por un taxista que se dirigía a recoger a un vecino de una calle adyacente y que fue quien alertó a la central de Radiotaxi, cuya operadora de inmediato cursó avisó a la central de la Policía Local de Almería y a los Bomberos.

A la llegada de los agentes locales, las llamas alcanzaban los tres y cuatro metros de altura ardiendo rápidamente el techo de fibra del vehículo. Se pensaba entonces que la autocaravana estaba abandonada pero durante la inspección ocular de su interior uno de los policías locales detectó el cuerpo reclinado de la victima, totalmente calcinado. En el momento en que procedían a su inmediato rescate comenzaron a sucederse pequeñas explosiones de gas en el interior de la caravana, un Wolswagen matricula alemana K1571D. Al comprobarse la existencia del cadáver, los agentes locales informaron de la situación a la sala operativa del 091 de la Policía Nacional. Los inspectores de guardia de la Brigada de Policía Judicial y Policía Científica se encargaron de inmediato del caso.

Según los vecinos de la zona, la caravana estaba estacionada en ese mismo lugar desde el pasado 13 de abril por la mañana pero nadie había visto ni oído nada antes, ni conocían la identidad del propietario del vehículo. Practicada la autopsia al cadáver, el informe médico forense pudo determinar de una manera fehaciente que Ernest Walters Shorers estaba aún vivo cuando los jóvenes decidieron pegarle fuego al vehículo.

Los detenidos, uno de ellos menor de edad fueron conceptuados policialmente como unas personas de una extraordinaria frialdad quienes durante el tiempo que estuvieron en libertad tras cometer el horroroso crimen se manifestaron con total y absoluta normalidad. Sin embargo la indiscreción de uno de los autores y la perspicacia de uno de los policías que participaron en la investigación del caso, permitieron esclarecer este espeluznante crimen y llevar a sus autores hasta el banquillo de los acusados. La resolución de este asesinato ha sido uno de los casos felizmente resuelto por la Policía en las ultimas dos décadas, cuando todo apuntaba a que el crimen quedaría impune.

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