Un relato woke de la extrema izquierda
Las divas neoliberales y neocon
La publicidad subliminal es un ámbito muy estudiado, con legiones de personas expertas que hacen investigaciones serias, rigurosas y con grandes inversiones de dinero, buscando que nos quedemos con la idea, el producto, la persona, la actividad o el objeto que se vende (desde el fotograma publicitario en el cine, hasta la IA y las redes sociales).
Llevada al aprendizaje y la educación, su correspondencia es directa con lo que llamamos el «currículo oculto», un concepto propuesto por Jackson a finales de los 60 y en España sobre todo por Jurjo Torres. Según esta idea, en la escuela (acaso también en la vida) se aprende no solo de lo que se dice, se expone, se propone, sino también de lo que no decimos, cómo nos relacionamos, nuestras opiniones, gustos, nuestra actitud… Ser conscientes del currículo oculto implica también saber que la mera elección de competencias, contenidos, metodología, evaluación que hace cualquier norma o cualquier persona no suele ser ingenua. Sea de una manera interesada o por omisión, siempre hay un trasfondo ideológico y político, una visión del ser humano y de la sociedad.
Una sola noche de Eurovisión (acompañada de su marketing anterior y posterior) ha educado muchísimo más a legiones de jóvenes (y no tan jóvenes) que mil proyectos educativos, currículos y enseñanzas. Eurovisión es la exaltación máxima de occidente, que se mira el ombligo y se lame su miembro viril, sacando pecho de que es la supuesta mejor sociedad posible, la que tenemos. «Mejor no la toquemos, que la cosa no da para más», parecen decirnos. «El fin de la historia», que decía Fukuyama a finales del siglo pasado: nuestro mundo ha llegado a su máximo desarrollo, no intentéis mejorarlo, es imposible que funcione mejor.
La politización a partir de la supuesta despolitización es ruidosa, tremenda, estruendosa. Es la prueba más evidente de que muchas veces cuando no se pretende hacer política es cuando más se hace. Es una muestra más de que es imposible la neutralidad. Desde el punto de vista individual, nuestra diva que solo piensa en sí misma (no perder contratos, quedar bien con todo el mundo, no mojarse, mostrarse como una heroína individual ante el mundo) encaja perfectamente con todo este esquema de pensamiento y con estas intenciones nada ingenuas y totalmente explícitas de Eurovisión. Al menos, nos queda la palabra para denunciarlo y el dedo para señalarles.
También te puede interesar
En tránsito
Eduardo Jordá
¿Tú también, Bruto?
La ciudad y los días
Carlos Colón
Lo único importante es usted
Ciavieja
Las pensiones vuelven a subir