¿Educamos bien a los hijos?

Una conversación con amigos puso encima de la mesa la educación que damos a los hijos. Una preparación basada, -era la opinión generalizada- en ofrecer todo lo que nos piden, sin exigir contraprestación alguna Todos creen estar equivocados en lo que hacen y en cómo lo hacen, pero no son capaces de forzar la situación y tratar de explorar caminos distintos a la complacencia y a exigir resultados. En los estudios, por ejemplo; buscamos nuevos caminos en los que la consecución de objetivos vaya íntimamente relacionada con lo que nos ofrezcan a cambio. Un ejemplo para visualizar lo escrito: Tu hijo o el mío tiene un examen en una semana, por poner una fecha. Lo ves que hace de todo menos sentarse en la mesa de estudio y abrir el libro. La preocupación tuya dobla, seguro, la que ellos puedan tener. Llega el día de la prueba y cuando sale te dice que le ha ido mal. En tu fuero interno te dan ganas de decirle que no ha dado palo al agua y que debe reconsiderar su actitud. Sin embargo, para no dañarlo emocionalmente, le das dos besos y lo animas. Y hasta la siguiente...