Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Si, como terminaba ayer, la editorial Impedimenta, con Damas oscuras y Reinas del abismo, ofrece una buena antología de relatos de fantasmas y terror de autoras conocidas u olvidadas reinas pulp, desde Charlotte Brontë, Elizabeth Gaskell o Margaret Oliphant a Marie Corelli, Margaret St.Clair o lady Eleanor Smith, a la que se pueden sumar otras iniciativas editoriales como la muy completa antología anotada Fantasmas victorianos y eduardianos (Akal), la ejemplar Biblioteca de Carfax les está dedicando la mayor serie de títulos hasta ahora editados.
El descubrimiento de muchas de estas autoras tiene una historia que, en mi caso, empezó con el estupendo Escritoras del siglo XX. Relatos de fantasmas publicado por Planeta allá por 1988: una antología seleccionada por el investigador y editor Richard Dalby (1949-2017) que incluía 35 relatos de otras tantas autoras conocidas u olvidadas. Pero desde entonces hasta hoy ninguna editorial, que yo sepa, les ha dedicado una serie tan completa como la de La Biblioteca de Carfax, creada en 2016 por María Pérez San Román y Shaila Correa no sin sentido del humor en la elección del nombre: Carfax es la abadía que Drácula escoge como residencia en Inglaterra tras su terrible viaje en el Deméter.
Una de sus líneas editoriales es la recuperación de autoras victorianas y eduardianas no solo en volúmenes antológicos como Señoras victorianas: Fantasmas, con relatos de Catherine Crowe, Mary Elizabeth Braddon, Mary E. Penn, Edith Nesbit, Louisa Baldwin y Katharine Tynan. sino en los monográficos dedicados a los relatos de Marjorie Bowen (El último ramo de flores), May Sinclair (Cuentos de lo insólito), Mary E. Wilkins Freeman (El viento en rosal), Roda Broughton (Cuentos del ocaso), Rosa Mulholland (Historias extrañas), H. D. Everett (La máscara de la muerte), Mary Elizabeth Braddon (El rostro en el espejo), Amelia B. Edwards (El carruaje fantasma), Edith Nesbit (Relatos sombríos) o Daphne Du Maurier (No mires ahora).
Estos volúmenes monográficos, frente a la habitual dispersión en antologías, es la más notable aportación de la Biblioteca de Carfax a la que felicito y deseo larga vida, esperando que la mía me dé para leerlos todos antes de convertirme en uno de sus fantasmales protagonistas.
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