Se encuentra museo

27 de agosto 2025 - 03:07

No pude estar en la inauguración del museo del padre de un amigo, en Fondón, el padre, Dionisio Godoy, el amigo, Dionisio Godoy, que creo que tampoco fue, al que no veo lo menos hace muchos años. Su padre es el protagonista del museo, bueno, su padre, su abuelo y su bisabuelo, todos pintores o similar. Pero pude ir el sábado a verlo, en la soledad del páramo de agosto, con las fiestas patronales arrollando todo a su paso, dejando al museo un poco sólo y triste, fueron ese día algunos más, pero pocos más. Me imagino el museo durante la semana, lóbrego, vacío, sin nadie para mirar las acuarelas del padre de mi amigo, todas colgadas en la pared todos los días, en aquel lejano y pequeño museo, aunque museo al fin y al cabo. Yo pensaba que iba a estar cerrado en sábado, atendiendo a una sacrosanta costumbre almeriense de cerrar los museos y todo a lo que pudiera ir alguien los fines de semana, justo cuando la gente puede ir, y abrirlos el resto de los días de la semana en horarios en los que nadie puede ir, costumbre que ha decaído, por cierto. También pensaba que no lo iba a encontrar, como ha ocurrido a varios en varios museos de la capital, y que la oficina de Turismo iba a estar cerrada por feria, pero no, estaba abierta y te lo explicaban todo muy bien, como caídos del caballo de que sin esas, no hay turismo, ni museos, ni visitas, ni nada. El museo no es espectacular, es reducido, y resume la vida y familia del padre de mi amigo, el cual con noventa y pico años no es, al menos en las fotos, ese anciano que todos esperamos a esa edad. De estirpe y descendencia, genes y lo que sea, con o sin pinceles ahora, con un libro resumen, sus útiles en una mesa vitrina, que parecen abandonados como una reproducción de su estudio, en el que parece que no vaya a pintar más acuarelas, el estuche de acuarelas desgastado, emborronado todo, lápices, carboncillos gruesos, gomas con parte de borrar fuerte, una caja de compases y tiralíneas, pinceles, y libros, prospectos, de sus exposiciones, de su obra, de todos los eventos pasados. El castillo de Gérgal como ese dibujo que todos queremos hacer algún día, gastar estuches de acuarelas, tubos, trapos de limpiar, los libros viejos en el anaquel, nuestro nombre en un museo lejano, volviendo al pueblo, saliendo del pueblo, regresando al pueblo, quedándose para siempre, para no ir ya nunca más lejos, a la otra orilla, en el pueblo.

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