Un fiscal general desubicado

15 de junio 2025 - 03:09

Qué daño tan enorme, qué estropicio tan innecesario y necio -por la arrogancia implícita-, le hizo P. Sánchez a la institución del Fiscal General de Estado, (FGE) cuando, allá por 2020, se jactaba, en un alarde pueril, sobre el manido «¿de quien depende la Fiscalía?.., pues eso». Una baladronada que ojalá hubiera quedado en otro farol más de los suyos, -aunque en este caso, ay, quizá atinara- porque la realidad es que, aunque al FGE lo designa el Gobierno, en su obligada ejemplaridad jerárquica sobre del resto de fiscales, a la hora de ejercer su funciones de imparcialidad y en defensa de la ley no depende de nadie: tiene plena autonomía moral y legal. O eso se espera de él.

De ahí que el reciente Auto de un magistrado del Tribunal Supremo, valorando que existen indicios suficientes para enjuiciar al Sr. García Ortinz en un proceso penal, por la posible comisión de un delito de revelación de secretos, aumenta la sensación de estamos ante una crisis institucional de alcance impredecible, pero grave. Y la impresiòn que nos deja el Sr. García Ortíz, es que él no dimite porque ha mimetizado su ego con su cargo, y que como le dijo en 1870 un ministro (D. Amadeo) a T. Supremo, la moral pública no es sino lo que él diga. Porque no se entiende, yo no entiendo, lo confieso, que si la ley le impone, (Art 145 Rglto Mº Fiscal) suspender de su puesto a cualquier fiscal que esté acusado de un delito -norma por la que tendrá que apartar de la carrera, de forma inminente, a su colega, la fiscal Pilar Rodriguez-, él mismo no se sienta aludido, dada su condiciòn de fiscal. Porque personalmente gozará de todas las presunciones de inocencia constitucionales, cómo no, pero como fiscal es inverosímil vislumbrar una excusa para justificar un trato diferente al resto de fiscales.

Miren, en el frontal del templo de Delfos existía una insigne inscripción, famosa desde la Grecia clásica: «conócete a ti mismo». Y no aludía tanto a la introspección personal como al desafío cívico de racionalizar cada cual, cuáles eran los límites del orden social entre los que debía ubicarse. Era pues, una conseja juiciosa para combatir uno de los pecados más antiguos y habituales entre los humanos, como es la hybris, la arrogancia de quien se siente empoderado para medirse con el sistema, despreciando la virtud del equilibrio, de la dike, de lo que es justo, y se desubica sin respetar las reglas de la convivencia.

stats