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Juan Manuel «Pincho», guardia civil experto en manipulación y persuasión, dice que una de las cosas más importantes para conseguir que alguien haga algo es que haya vinculación emocional. El simple hecho de pertenecer al mismo grupo («¿tú vas a clases de salsa? ¡Qué casualidad, yo también!») es importantísimo. Ya la otra persona no te verá de la misma manera. El ser humano es sobre todo un ser social. Necesitamos al grupo.
El director de orquesta y pianista Daniel Barenboim fundó, junto a Edward Said, una orquesta formada por músicos israelíes y palestinos. Decía Barenboim: «El mismo chico [palestino] se encontró compartiendo atril con un violonchelista de Israel. Trataban de tocar las mismas notas. Trataban de hacer algo juntos, algo que les importaba a los dos, algo que les apasionaba a los dos. Bien, una vez conseguido, ya no pueden mirarse de la misma manera, porque han compartido una experiencia común».
Si tenemos en cuenta la educación que se da en la escuela, la de las asociaciones que hacen actividades culturales, la de los Ayuntamientos u otras instituciones dedicadas a juventud, deportes, igualdad o cualquier otra temática educativa; si consideramos su capacidad de influir (en positivo) en las voluntades, los aprendizajes, la vida personal y social de la población… con los ejemplos distantes de Pincho, Barenboim y Said ya tenemos un hilo del que tirar.
¿Por qué no crear espacios para compartir, donde niñas y niños, jóvenes y adultos de distintas procedencias y nacionalidades compartan aquello que más les apasiona, espacios donde su voz sea tenida en cuenta? Podrían ser intereses ligados a cualquier tipo de conocimiento o saber científico, literario, técnico, artístico, deportivo, manipulativo: hacer un grupo de trabajo para cubrir necesidades del barrio, preparar una actuación musical, ir al centro de mayores a contar historias, hacer teatro, mirar las estrellas, etc. Nos quedamos muy cortos con las charlas contra el racismo y con que compartan el mismo espacio (la escuela), mirando todas y todos hacia el mismo sitio, trabajando un conocimiento completamente ajeno a su realidad y a sus intereses, sin ningún tipo de interacción.
Si no hacemos nada, siempre habrá grupos neonazis que les recibirán con los brazos abiertos y harán que su actividad compartida sea la cacería de otros seres humanos. Lo estamos viendo. Está pasando. ¿Será demasiado tarde?
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