Ser gitano en Almería

22 de abril 2025 - 03:08

Algunos pueblos empiezan los siglos cuando les da la gana pero a los gitanos españoles el XIII fue su siglo de llegada y expansión por España. Así lo ha reconocido el gobierno el pasado enero al declarar 2025 como “Año del Pueblo Gitano en España”. Dice Pablo Vega, un director de cine con talento, en su emotiva pieza audiovisual “Proud Roma” que los gitanos tienen cientos de nombres y todos ellos son los mismos lanzados a la carretera del olvido: “sinti, kalé, kalderari, manoush, xoraxane, lovari, gurbeti, gitano, romanicha”. Desde aquel siglo los gitanos españoles tomaban de la naturaleza lo que necesitaban sin dañarla, se movían libres, pero vigilados, por las tierras hispanas y, a pesar de que no tienen un código de leyes escrito ni un compendio de costumbres, tienen acumulada una extraña sabiduría. Es triste que la palabra “gitano”, casi siempre asociada a un sentido negativo, haya sido colonizada a lo largo de 600 años por sus inevitables connotaciones acompañadas de exclusión, persecución y discriminación, palabras que aún siguen definiendo sentimientos peyorativos que hacen difícil ser gitano, también en Almería.

La historia más reciente se remonta al oscurantismo y desprecio que la dictadura sentía por ellos, aderezado por la pringue folclórica con la que se embadurnaba a los gitacos para convertirlos en reclamo del incipiente turismo promovido por Fraga Iribarne en los sesenta. Tampoco la democracia los libró de la fiebre irracional del folklore, de los tópicos, los chistes eternos y la mirada hacia la otredad, que aún alientan muchos almerienses cuando miran hacia las áreas residenciales de El Puche, Chanca-Pescadería, Fuentecica-Quemadero o los Almendros-Piedras Redondas donde se concentra la población gitana de esta ciudad, junto a inmigrantes africanos. Barrios que son el narcóticos brutal que oculta deficiencias municipales en las que abundan descampados de basura, falta de espacios verdes, lugares de ocio, vigilancia municipal, absentismo escolar, exclusión y paro invencible. Bien está que el pueblo gitano, de la mano del ayuntamiento, celebren su Semana del Gitano de Almería aunque, cuando todo pase, es probable que tanto amor termine en olvido. Hasta entonces bien podría el ayuntamiento ejecutar medidas -menos tangibles pero más eficaces- con las que reforzar su integración, antes de que los deseos frustrados que llevan en el rostro los seres anónimos se conviertan en almas sufrientes, como el fondo del mar.

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