El hedonismo moderno

PESE a los pocos manuscritos originales conservados de su obra y los intentos por desprestigiarle -que se iniciaron incluso durante su vida- y por ocultarle, la figura de Epicuro se nos antoja hoy de una modernidad y vigencia incuestionables. Filósofo griego de época helenística, su doctrina sentó las bases de un hedonismo vitalista, sensato y equilibrado, abierto a todos los estamentos sociales, que propugnaba el ejercicio filosófico como una ayuda para buscar el placer y la felicidad. Epicuro no comulgaba con la visión elitista -e incluso clasista- de la sociedad platónica, tan emblemática para el pensamiento ateniense. Su pensamiento, de evidente sentido práctico, se cimentó sobre la ética y el conocimiento empírico de la naturaleza. Su escuela, denominada "El Jardín", estaba abierta a todo el mundo por igual: mujeres, niños, hombres libres y esclavos. Allí se exhortaba al disfrute con las pequeñas cosas en comunidad, se potenciaba la amistad y la sinceridad y se ayudaba a la gente para que pudieran vencer sus miedos irracionales, desterrando ideas preconcebidas, clichés sociales y supersticiones. La escuela epicúrea se expandió rápidamente, llegando a fortalecerse en Roma, donde influyó en políticos y pensadores como Séneca. Con la implantación del cristianismo, la filosofía de Epicuro fue perseguida y desprestigiada. Era lógico; su visión chocaba frontalmente con la alabanza del dolor y del sufrimiento como forma de vida que propugnaba -y propugna- el cristianismo. Se fabricaron varios textos tachados de blasfemos y se le atribuyeron falsamente, acusando su doctrina de sensualista, viciosa y peligrosa. Pero nada más lejos de la realidad. En el fondo, Epicuro fue el primer filósofo laico de la historia pues quiso convencer a sus semejantes de que los dioses no estaban para castigar o premiar a nadie, y de que cada uno, como individuo, tenemos derecho a vivir una vida plena y feliz. Esta exaltación de la vida abrió las puertas del pensamiento moderno de Occidente; la admiración que le profesaron Marx, Nietzsche o Freud constata su vigencia. Incluso, en el ámbito científico, tras adoptar la teoría atómica de Demócrito y corregirla mediante su "clinamen", que propugnaba la aleatoreidad de movimiento de los átomos en el espacio, se anticipó a la física moderna.