Crítica de arte
Francisco Bautista Toledo
Bajo el pensamiento telúrico
Opinión
Un principio universal que podríamos denominar ‘ley de conservación de la masa monetaria’ diría que en cualquier organización, por ejemplo un partido político (sí, sí, ya sé que en el otro todavía más, ¡y tú más!, pero ahora gobierna éste y fachosfero lo será el padre de usted), la masa en ‘cash’ ni se crea ni se destruye, sólo cambia de manos, o dicho de otra manera y acordándonos de lo que José Mota decía de las gallinas, “las chistorras que entran por las que salen”, y quien dice las chistorras dice los soles y las lechugas, según el argot que por lo visto manejaban estos tíos. A no ser, claro, que ese partido tenga una máquina de hacer billetes. ¿Cómo acabará esto? Es fundamental seguir el rastro de las chistorras, tanto en el camino de ida como en el de vuelta, pero supongo que no será fácil. A mí lo que me maravilla es esa naturalidad al hablar de billetes de 500, de 200 y de 100 euros, cuando la mayoría de nosotros los más grandes que conocemos son los de 50, que los gastamos a pares en una visita al supermercado, o casi. ¿Cómo los llamaríamos en esa jerga? Si al de 100 lo denominan lechuga, el de 50 tendría que ser un cogollo. “Son un cogollo, cuatro lechuguinos y tres esquejes... ¿con tarjeta o en efectivo?”. “En efectivo, en efectivo, que me acaban de dar un sobre con dos cogollos para hacer la compra”. La economía irá como un cohete, pero a muchas familias les cuesta llegar a fin de mes. “Estamos a día 20 y el cajero me dice que sólo tengo un saldo de cogollo y medio”. Por cierto que habría que actualizar los cajeros a esta jerigonza, porque no dan chistorras ni soles ni lechugas (a lo mejor por eso algunos no los frecuentaron en años), sólo billetes menores, y habría que introducir la opción de cómo quieres la cantidad solicitada, para poder pulsar dos cogollos y tres lechuguinos si vas a sacar 160 euros.
Aunque al final ha tenido que dejar el cargo, la ya exconsejera andaluza de Salud dijo al estallar el escándalo en el cribado del cáncer de mama que “ahora lo fácil sería dimitir”. Lo mismo pensaría Mazón en su momento, la ministra de Igualdad hace poco y tantos otros y otras que siguen. Lo fácil sería dimitir, pero hacerlo es lo difícil. Alguno lleva desperdiciadas unas cuantas ocasiones y encima se carcajea. ¿De qué se reirá? Las chistorras ni se crean ni se destruyen, sólo cambian de manos, pero más que de chistorras, este país es de chiste.
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