Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
SiI escuchamos a los responsables de salud de la Junta de Andalucía, da igual en Sevilla o en Almería, el trabajo de mejora de las listas de espera comienza a dar sus frutos. Los distintos planes puestos en marcha por la administración andaluza han sido capaces de multiplicar los panes y los peces de los sanitarios de tal manera que, a poco que nos descuidemos, van a faltar pacientes para que los puedan atender.
Si por el contrario, atendemos a la oposición, el caos se apodera de forma irremediable de los hospitales y los centros de salud de la provincia, en una crisis apocalíptica sin precedentes, con enfermos y pacientes deambulando por las distintas instalaciones como zombis, sin un medico o enfermero que los atienda.
Lo cierto, pese a lo que unos y otros nos puedan vender, es que ni una cosa ni la otra. Aquí, viene a colación, un ejemplo que ya he puesto en otras ocasiones y que, creo, certifica o expresa de alguna manera la situación por la que nos encontramos. Hablo de la famosa feria porcina de Lorca, en la que los periodistas le preguntaban al responsable provincial, sobre el número de cabezas o animales que había en la provincia en las distintas granjas. El hombre, omito el nombre, ufano, dijo con la sorna que le caracterizaba y más serio que un ajo: Depende... Sorprendidos tratamos de indagar algo más sobre una respuesta a la gallega tan intrigante.
El diputado forjó una sonrisa medida, sabedor de que había logrado su objetivo y aseguraba: “Si es para declarar a Hacienda, cien mil cabezas; si es para recibir subvenciones, un millón y la realidad, aclaró rotundo, es que la cabaña porcina de Almería se sitúa en las 500.000 cabezas”. Pues algo similar está ocurriendo con la sanidad, las listas de espera, la atención a los pacientes y todo lo que rodea este complejo mundo, en el que lo que está en juego es la vida. Que nuestra sanidad no pasa por el mejor momento, cuando era la joya de la corona hace unos años, es más que evidente. Pero también les aseguro que en los hospitales y en los centros de salud no se vive el apocalipsis del que hablan otros. Cierto es que hay que avanzar, de forma seria y con pasos firmes, en recuperar el prestigio perdido, en bajar las listas de espera a tiempos soportables y, lo que es más importante, en recuperar la credibilidad perdida por los errores de tantos, que tampoco merece la pena mencionarlos.
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