La esquina
José Aguilar
Por qué Sánchez demora su caída
Aestas alturas, y a la vista de la oposición destructiva del Partido Popular y Vox y sus medios de comunicación afines, de la actividad judicial con clara intencionalidad política, de los negocios oscuros de los golfos que pretenden enriquecerse a costa de los ciudadanos, de los errores cometidos por ciertos individuos de la coalición progresista gobernante, y de todos los escándalos que salpican a significados políticos de derecha e izquierda, a la vista de todo eso, el ciudadano de a pie, el elector medio, se interroga sobre el rumbo que está tomando la política nacional.
Decir Política es decir convivencia, contraste de opiniones e intereses, acciones conducentes a la resolución de los problemas de la gente. Es aludir a la actividad del Estado, cuya razón de ser, no se olvide, es la organización del país para que la economía funcione. La política es imprescindible, es condición necesaria. No es, en cambio, solo obtener poder, influencias, capacidad para manejar dinero público. Sí es responsabilidad ante el ciudadano, espíritu de servicio, implementar mecanismos de mejora de la vida de la sociedad toda. Nada de eso vemos estos días en la política española. Parece que se nos induce a pensar que la política es algo negativo, que ser político es ser ladrón o indigno, y que estar en política es buscar privilegios y poder únicamente. La derecha y la extrema derecha, como han hecho siempre, pretenden envenenar el clima político con el fin de que eso cale hasta lo profundo del electorado y pueda darse cierta lógica de inestabilidad que haga necesario un cambio de gobierno, es decir, unas nuevas elecciones. Deslegitiman al gobierno progresista de coalición intentando inculcarle a la gente que sólo si ellos gobiernan puede funcionar el Estado como es debido.
Pero no nos van a engañar. Los métodos extremistas de la derecha española no van a conseguir que la gente nos desvinculemos de la política, que caigamos en sus brazos a la desesperada culpando al Gobierno de los escándalos, las maniobras mafiosas, las prevaricaciones y el juego sucio. El Partido Popular y Vox solo podrán alcanzar el poder por uno de estos dos métodos: o ganando unas elecciones generales, o por un golpe de Estado en cualquiera de sus modalidades. Parece, a la vista de los escándalos, los latrocinios, las prevaricaciones y el ruido generado por sus medios afines, que han optado por el segundo.
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