El maquillaje de Sánchez

Y les reafirmo una vez más, por más peleas que haya en la coalición, él no se bajará del burro

Un año y pico es lo que le queda al tupé de Sánchez, con alguna cana más, para mantenerse fijo y peinado. Es lo único que tiene de futuro el presidente del Ejecutivo para continuar en Moncloa, su aspecto. Lo bueno es que es consciente de lo que hay. Ya no hay ni una sola referencia bochornosa contra Juanma Moreno en plena campaña electoral. Sabe que el futuro socialista en el territorio que fue de Felipe González o de Alfonso Guerra es negro, y lo único que puede decir, como lo hizo el domingo pasado en Cuevas de Almanzora, es que qué bonita es Almería. Un socialismo que se hunde desde que llegó al poder de Ferraz. Aunque recuerden que fue odiado por sus compañeros y luego amado. Fue desterrado, se fue de gira por los pueblos de España, consiguió volver a ser el jefe y llegó, por carambola, a cambiar el famoso colchón de la residencia presidencial. Un hombre que persiguió sus objetivos y ha tenido la suerte de conseguirlo, como diría cualquier coach. Para colmo, el objetivo de lo que queda de legislatura es vender lo bien que vamos a nivel de duros y sacar decretazos a dedazo para que todos los socios (podemos, ERC o EH Bildu) estén contentos. Todo para preparar unas elecciones generales que, desde la llegada del gallego a Génova, están hundidas para Sánchez, según las encuestas. Habrá que ver qué ocurre. Lo digo por todo lo que le pasó y ahora miren dónde está. Y les reafirmo una vez más, por más peleas que haya en la coalición, él no se bajará del burro. De ahí su famoso libro que le viene al pelo, 'Manual de Resistencia'. Para colmo, y a pesar de los dilemas con la celebración de la cumbre de la OTAN por parte de Podemos, sabe dar imagen internacional. Lo afirman los compañeros que van a los viajes del presidente. Nos dicen que Europa tiene una buenísima relación con Sánchez. Será allí, porque lo que viene siendo con Biden no lo consigue y eso que lo intenta haciendo paseíllos a ritmo del mítico Paquillo Fernández. Una relación, la de Bruselas, que nunca entenderé y más sabiendo los tirones de orejas que cada 15 días da al Ejecutivo. Así que recuerden lo que les digo, nos espera mucho maquillaje para para tapar datos nefastos en economía, corruptelas políticas continuas o peleas en el Consejo de Ministros donde primará la sonrisa como si nada. Toca aferrarse a un inventado optimismo para remontar electoralmente. Es decir, nos tocará escuchar la mítica frase de Aznar que casi todos los presidentes se han apoderado: ¡España va bien!

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