Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Este gobierno no sólo es el más limpio que hayamos tenido jamás, sino también el más demócrata, el más progresista y, sobre todo, el que propicia las tertulias más plurales de la historia de la tele pública. Y es que cuando uno sintoniza estos espacios experimenta una especie de ‘síndrome de Stendhal de la pluralidad’: los síntomas físicos y emocionales que siente al contemplarlos son tan intensos que le provocan mareos y palpitaciones, y menos mal que suele estar sentado. “¡Menuda sobredosis de pluralidad!”, exclama cuando logra cambiar de canal para poder recuperarse del trance. Pero yo he tenido muy mala suerte (o buena: me he librado del síndrome), porque cada vez que ponía estas tertulias hablaban de Mazón, todo el rato, y si cambiaban de tema, del novio de Ayuso. ¿Había que tragárselas enteritas todos los días para pillar en ocasiones unos minutos de los asuntos de Ábalos, Koldo y Cerdán? Pues a lo mejor, pero el caso es que este absoluto irresponsable, este alucinante president valenciano les ha dado tanto juego nada más y nada menos que durante un año, que tendrían que dedicarle un monumento en Torrespaña o en Prado del Rey: “A Carlos Mazón, la tele pública, agradecida”. Ahora ha dicho que ya se va, que no puede más (¿pretendía permanecer otro año?), así que estas tertulias tan plurales, junto con los telediarios, podrían centrarse en fiscalizar cómo van las ayudas a los damnificados y en lo que se está haciendo para prevenir, como han pronosticado los ingenieros, desenlaces semejantes cuando ocurran nuevas danas. ¿Ha ‘dimitido’ ya el barranco del Poyo? Quiero decir que si, tal como está ‘diseñado’, lo han ‘cesado’. Y si es así, ¿han comenzado las obras para que no vuelva a provocar un desastre tan inmenso? Me temo que el ciudadano de a pie tiene la sospecha de que, en inundaciones, incendios y demás cataclismos naturales, la coordinación entre las distintas administraciones no funciona o funciona de aquella manera, y de lo que se trata es de buscar siempre un chivo expiatorio. Bien, pues este chivo, al menos políticamente, que es lo que tenía que haber hecho en la misma noche de las riadas, al fin lo deja, así que le dedique o no ese monumento, a ver si TVE aumenta, si cabe, su pluralidad. ¿Qué pasa, por ejemplo, con esa fontanera que según ella no es “ni fontanera ni cobarde”? Y si esta tele pública necesita más tertulias, que las pida, que paga el contribuyente.
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