No relax

Al final pude ver la exposición de Fortuny en el Murec. Pero de eso hablo luego, bueno, hablo ahora un poco. El personal de la entrada ya se ha reducido, creo que de 7 a 5 personas, por cierto, uno de ellos no hace nada más que mirar. Hay dos seguratas por si acaso. En la sala de exposición de Fortuny hay dos empleados. Y al final pude verla porque terminaba el 1 de junio (el domingo) y ya pensaba que no llegaba, tanta cultura agota la agenda. Me compré hasta el libraco, que vale 52 pavos, muy instructivo. Pero de todo esto hablaré más tarde, ahora sí. De lo que quería hablar, y realmente lo importante, es que, buscando el relaxing café durante la semana, me cuesta encontrarlo. Cuándo, dónde. En la cafetería esa de la calle Firmamento donde hay una plaza tienen un panel o carteles en la pared con montones de tipos de tostadas, y hasta cajas de corn flakes diferentes en colores y tamaños, todo eso no me relaja, sólo el coffee, pero no pudo ser el coffee ni el coffee break ni el relax ni nada porque cuando terminé el meeting ya estaba chapando la del café y las tostadas infinitas. Fui a otro, ya eran las 14:00 y sí, yo me relajo con un café a cualquier hora, eso sí café, por la noche, no. Café? Por la noche? Tenía que ir a otro bar para un tema de unas fotos y cosillas de esas de morosos, bancos y curro pero me dije, mira que si después de echar las fotos voy y me tomo un café, me han visto echando fotos y se mosquean, así que me fui a otro que estaba vacío y triste y ya a la hora de comer voy yo y pido un café sin nada más. La soledad, sin relax ni parsimonia, con periódico rápido y a destiempo, no es relax si no es una cafetería de esas que a todas horas están tomando café. Por cierto, volviendo a Fortuny, aparte de maravillarse con sus cuadros al oleo, lo más interesante de la exposición temporal eran los dibujos, a lápiz, bocetos, preparatorios y la batalla en su esplendor, la pequeña batalla en el pequeño relieve, los soldados, sin glorias ni epopeyas, los pocos soldados atacando o resistiendo desde el montículo, en Marruecos, de los restos de todas esas guerras antiguas y desastrosas, aunque épicas y bellas si mandas allí a un pintor igual de rápido, minucioso, detallista, y al mismo tiempo manchas borrosas geniales de cuadros diminutos, en formatos de 10 o 15 cm algunos, genialidad y trascendencia, a un paso de la gloria mundial. Ves, se acabó el relax.