De puertas adentro

De puertas adentro / Juan Antonio Muñoz Muñoz

Viene a ser lo mismo que decir en la intimidad o en privado. Donde todo no es como parece y está reservado conocerlo. De puertas adentro se deshace la apariencia, incluso se desdobla la personalidad y, las más de las veces, esta última, además de distinta, suele ser peor que la mostrada de puertas afuera. Tiene que ver con esto, asimismo, la imperativa máxima de que los trapos sucios se lavan casa, cuando no conviene airear negativas o poco ejemplares circunstancias personales o familiares y se afrontan en la privacidad hogareña. Entiéndase usado el adjetivo para caracterizar las cosas pertenecientes o relativas al hogar, ya que cuestión distinta sería referirse, con ello, a quien gusta del hogar y la vida familiar. El juego, mas bien la falsedad, de las apariencias responde también a las convenciones sociales que determinan los comportamientos, cuando no a las coyunturales disposiciones de la corrección política, tan superficiales y engañosas como los argumentarios que disimulan la estrechez de las consignas. De ahí que, franqueadas hacia dentro las puertas, parezca quitarse el corsé del convencionalismo, aunque no siempre con ello la intimidad sea una arcadia idílica, sino el enigma de puertas adentro.

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