Santa Misa ad Orientem

28 de julio 2025 - 03:10

El pasado día 15 de julio, cuando el calendario litúrgico conmemorada la festividad de San Buenaventura, un acto en apariencia sencillo se convirtió en un acto simbólico en la Iglesia Católica en la pequeña capilla de los carabineros en Castel Gandolfo, el Papa León XIV, sin decir nada ni emitir documentos, celebró la Santa Misa ad Orientem, es decir, de cara al altar no de cara al pueblo. Para muchos fue una sorpresa, para otros uno suspiro de esperanza largamente contenido y para todos una señal que no necesitaba explicación. El Papa sin levantar la voz en el momento más sagrado de la liturgia dio un paso hacia el altar y se volvió hacia Dios. Fue un signo en estos tiempos los cuales son analizados con lupa, cada uno interpretado, un acto puro, directo, profundamente teológico, nada político, una acción que dijo más que cualquier encíclica, ante una situación tensa respecto a la misa tradicional, una declaración silenciosa de lo eterno, de lo sagrado, de lo que apunta al misterio. No había cámaras oficiales para recoger este momento. No fue teatralidad, fue reverencia, una gran profundidad que muchos no habían experimentado antes. El Papa, sin protocolo alguno, en un silencio profundo, celebró la Santa Misa ad Orientem sujeta actualmente a debate, sospecha y censura desde la publicación del documento “motu proprio Traditionis custodes”, tal y como la realizaron generaciones de sacerdotes antes que él, en un regreso a las raíces, en el que coincidimos que fue un acto inesperado. León XIV tiene una forma de hablar a través de los gestos y las miradas, con una visión clara del sacerdocio, del misterio y del sentido sagrado de la liturgia quedando todos conmovidos entre lágrimas, no a quien volvió la espalda al pueblo, sino que con él mismo miraron al cielo desde la humildad, la caridad y la presencia real e intensa de Cristo en esta práctica religiosa milenaria. En Almería esta forma extraordinaria por el rito romano y con el Misal de San Juan XXIII se celebra todos los domingos y días de precepto en el Monasterio de las Madres Clarisas, ocupando la sagrada cátedra, el Muy Ilustre Dr. Francisco Jesús Escámez Mañas, canónigo archivero del cabildo de canónigos de la S. y A. I. Catedral de la Encarnación y Delegado episcopal para las Comunidades de Vida Contemplativa, Rector del Santuario diocesano del Sagrado Corazón de Jesús y Capellán de las comunidad de religiosas Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada.

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