Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Aver, Jaimito, que me parece muy bien que te apuntes a estas modernuras de la posverdad, que no consisten más que en decir las mayores patochadas imaginables y que haya cuatro, cuarenta mil, o cuarenta millones de tontos (y tontas) que te hagan palmas con las orejas.
Jaimito, que ya dimos en tercero de Primaria que por esta patria de la que ahora te quieres apropiar a golpe de pulserita han pasado todas las civilizaciones: celtas, íberos, fenicios, griegos, romanos, cristianos, cartagineses, árabes, judíos…
Jaimito, que también dimos en lengua que nuestro idioma procede del latín, pero tenemos cientos de palabras que proceden directamente del árabe. También las hay de origen sefardí (judío), griego...
Jaimito, parece mentira que no recuerdes, como estudiamos en música, que el flamenco (ese que siempre llevas en el coche para demostrar tu patriotismo) es una mezcla perfecta de lo gitano, lo andaluz, la tradición occidental y muchas otras, incluyendo la influencia gallega y asturiana, la de latinoamérica y otras.
Jaimito, hombre, parece mentira que cada año celebremos la constitución, esa que tanto adoras, esa que tanto defiendes, esa que dices que otros quieren romper porque son «malos españoles» o «antiespañoles». Esa misma constitución dice que somos un país aconfesional. Ya me gustaría a mí que dijera que somos laicos. Pero no, somos aconfesionales, que quiere decir que aunque no haya religión oficial, el estado puede colaborar con todas. Insisto: con todas. ¿Por qué tiene que colaborar con unas sí y otras no? Si no lo tienes claro, vuelve a leer desde el principio, que sabemos que te cuesta la comprensión lectora. Así quizá te darás cuenta de que se puede adorar a los dioses griegos, a los celtas, a Allah, a Yahvé, a Jesucristo, a todos a la vez, o a ninguno.
Jaimito, es que es terrible. Hasta el profe de religión te ha echado la bronca, que fíjate lo que han dicho los obispos de ti. «O todos, o ninguno». Así de fácil. No es demasiado difícil tampoco aplicar el mínimo ético de no hacer con los demás lo que no quieres que hagan contigo. Si una actividad no te obliga a nada ni te perjudica en nada, debe permitirse. Se llaman DERECHOS, Jaimito. DE-RE-CHOS.
Por todo lo anterior, por lo que somos, que es y será la suma de mil pueblos acogidos, bienvenidos para seguir aportando y construyendo… Estás suspenso. Por xenófobo, por racista y sobre todo, por mala persona.
E insisto, no nos olvidemos de Gaza. Hay que parar el genocidio. YA.
También te puede interesar
Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Utopías posibles
Silencio personal y movilización social
Opinión
Aurelio Romero
Otro cambio de opinión
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática