Txapote y el narco del barco

24 de julio 2025 - 03:10

Cada vez conozco a más gente que está deseando que haya elecciones para poder votar en contra. En esta España cabreada y crispada, las tertulias de chiringuito y sobremesa veraniega se dividen entre los que desean con fervor mandar a Pedro Sánchez al pudridero de la Historia y los que están dispuestos a tragarse los ábalos y cerdanes que hagan falta, incluidos los que estén por venir, con tal de que el gallego del PP no llegue a la Moncloa, escoltado, y secuestrado, por la guardia pretoriana de Vox.

Lo que pudieran hacer uno u otro con la vivienda, la inmigración o las pensiones importa poco menos que un pimiento, quizás porque todos saben que cualquiera de los dos haría más o menos lo mismo. Es decir, poco o nada. Ahora mismo, el país se mueve mucho más por las fobias que por las filias. Ahí hay una explicación de por qué los barómetros más solventes siguen dando, a pesar de lo que les está cayendo encima, porcentajes de votos bastante altos para los dos partidos mayoritarios. La razón del incremento de Vox hay que buscarlo en el cada vez mayor número de desengañados que han dejado de creer en el sistema, fenómeno especialmente presente en las capas más jóvenes de la población.

No se sabe cuándo Pedro Sánchez se verá obligado a tirar la toalla y convocar elecciones. Será lo más tarde que pueda, por razones obvias. De modo que habrá que acostumbrarse a que en los próximos meses las cosas en la política española continúen por los mismos derroteros y sigan abriéndose las brechas de odio que empiezan a ser perceptibles en la sociedad española. Sería difícil encontrar en la historia reciente a un presidente del Gobierno que provoque mayores índices de rechazo que Sánchez –y mira que los ha habido–, pero también sería complicado encontrar en la alternativa a un líder de la oposición con menos carisma y que provoque menos entusiasmo que Alberto Núñez Feijóo.

Aunque la marcha de los acontecimientos dice que ha llegado la hora del relevo en la Moncloa, las elecciones de 2023 demostraron que hasta que no se cuenta el último voto nada está escrito. España está profundamente dividida entre los de que te vote Txapote y los de que te vote el narco del barco. Y en ese clima puede pasar cualquier cosa.

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