El vapear se tiene que acabar

La mitad de los jóvenes españoles han consumido en al menos una ocasión cigarrillos electrónicos

Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad!!! exclamaba don Hilarión, el boticario de “La Verbena de la Paloma”. Hubo un tiempo, antes que los parches de nicotina, en que fumaba hasta Popeye, ibas al Ambulatorio-Centro de Salud Primaria y el médico te recibía con el fonendo colgado del cuello y el paquete de tabaco sobre la mesa, como si tal cosa: “Tosa”, “respire”, “más hondo y fuerte”. Fumar era tan normal como vivir. Con que un solo lector decida abandonar el vapeo, o al menos pueda convencer a los nuevos vapeadores que son los adolescentes, el mensaje de estas líneas habrán tenido sentido.

Los vapeadores, los “pods”, los “vaper” o cigarrillos electrónicos, que así es como se denominan estos artilugios de usar y tirar, bajo la apariencia inocua, su gran atractivo y una supuesta ausencia de nicotina, han hallado la forma de colarse en las mochilas de los adolescentes y son las “nuevas chuches” que saben a fresa, melón o incluso a algodón de azúcar. Algunos tienen hasta luz y brillan en la oscuridad. Son los productos de moda y están en todos los sitios.

La mitad de los jóvenes españoles han consumido en al menos una ocasión cigarrillos electrónicos, que tienen un uso minoritario sin embargo entre mayores de 35 años. No existe evidencia sólida de que los “vapers” puedan ser útiles para dejar el tabaco convencional. La nicotina es peligrosa porque produce efectos cardiovasculares, sobre la concentración, el aprendizaje y el comportamiento de cerebro que aún no están “formados del todo”, tampoco hay que desechar, las consecuencias de los que se publicitan libres de nicotina: Irritación de las vías aéreas, asma en los niños y sustancias cancerígenas que se producen con el calentamiento ya que contiene, también, una batería de litio. A corto plazo ya se han detallado efectos adversos. Se han encontrado sustancias cancerígenas en los líquidos, aceites esenciales y emisiones de los “pavers”.

Como padres, habría que valorar dos aspectos fundamentales: “Primero, que la conducta del vapeo es una puerta de entrada al consumo de otras sustancias como el tabaco o el cannabis. Y segundo, que la combustión e inhalación de los productos tóxicos que llevan provocarán daños en la salud física y mental de nuestros hijos”. Por lo cual es necesario regularlos y establecer programas adecuados de educación e información para limitar su uso.

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