OPINIÓN | Luces y razones
Antonio Montero Alcaide
Las cosas del querer
Existen dos tendencias curiosas que conviven en la sociedad. Hay un bando libertario que argumenta que uno debe hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera siempre que acepte sus consecuencias, mientras no perjudique a un tercero. ¡Pues menos mal! Es una idea atrayente, pero tan egoísta que llevada al extremo nos deja una sociedad muerta. El otro bando defiende que todos los errores, vicios y defectos propios tienen un origen cultural o son provocados por un padre autoritario. Solo el amor maternal ataja todos los males del planeta. Las guerras son netamente masculinas económicas o religiosas. Miramos al pasado con desprecio. La tradición se ve como algo obsoleto y en el fondo creemos que lo moderno es sinónimo de progreso. Todo lo que rompa con lo anterior es bienvenido. Sorprende lo poco que nos percatamos del ego que destila el pensar que todos los que vinieron con anterioridad eran profundamente torpes, crueles y estúpidos. La humildad no es una virtud al alza en nuestros días.
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